Recientemente, se ha desarrollado un software para ayudar a las computadoras a lidiar con el problema de la sobrecarga de información. Permiten que las computadoras reconozcan imágenes y sonidos de manera más intuitiva, es decir, más como lo hacen los humanos. Después de alimentar a la computadora con miles y miles de imágenes de rostros, la computadora aprende a reconocer los rasgos más relevantes que componen un rostro.
Gracias a estos avances, las cámaras ahora “saben” que deben enfocar el rostro, y las computadoras avanzadas ahora pueden convertir el habla en texto e incluso reconocer la voz del hablante.
Hablemos ahora de otro problema de reconocimiento, uno que ha plagado a la humanidad a lo largo de la historia. Este es el problema de reconocer el verdadero liderazgo. El desafío ha sido distinguir entre rasgos de carácter fuertes como la honradez, la humildad, la lealtad y la sabiduría, en contraposición a rasgos superficiales como el atractivo, el carisma o la destreza física.
Los seres humanos podemos ser muy buenos para identificar rostros, pero somos terribles para juzgar el carácter. A lo largo de la historia, hemos sufrido por poner nuestra fe en los líderes equivocados: personas a las que solo les importaba su propio poder e hicieron poco por promover los intereses de sus súbditos. Los números de “falsos mesías” son numerosos, y estos casos de identidad equivocada han tenido un alto precio, en sangre judía derramada.
¿Cómo reconocemos a un verdadero líder? ¿Cómo sabemos en quién confiar? ¿Cuáles son las señales? Maimónides, en su monumental obra “Iad HaJazaká”, describe las características que se deben buscar en el líder judío definitivo: “Si se establece un Rey de la Casa de David que medita diligentemente la Torá y observa sus Mitzvot tal como lo prescriben la Ley Escrita y la Ley Oral como lo hizo David, su antepasado, y obliga a todo Israel a transitar en (el camino de la Torá) y rectificar las faltas en su observancia, y a pelear las guerras de Di-s, podemos, con seguridad, considerarlo Mashiaj” (Hiljot Melajim 11:4).
No hace falta una computadora para reconocer quién encaja mejor en esa descripción…
Pero reconocer quién es el Mashiaj no es suficiente. También debemos poner activamente su plan en acción. El Rebe de Lubavitch recomendó estudiar las fuentes de la Torá sobre el Mashiaj y la Redención, como el “camino más directo” para vivir con Mashiaj y apresurar su llegada.
