El Premio Nobel de Física del año 2004 fue otorgado a tres destacados físicos por un descubrimiento que parece desafiar el sentido común. Los ganadores del premio estudiaron el comportamiento de las fuerzas que actúan entre las partículas elementales que componen la materia. Una de estas fuerzas se llama "el poder fuerte" y opera entre partículas llamadas quarks. La interpretación de los resultados matemáticos que desarrollaron es que estas partículas, cuanto más alejadas están unas de otras, más fuerte es el poder que actúa entre ellas. Y como paradoja, cuanto más se acercan, más débil es el poder. Este comportamiento es similar al efecto de una banda elástica. Cuanto a mayor distancia se estire la banda elástica, mayor será el poder.
Un efecto similar existe en la percepción astronómica que se observa desde la Tierra. Cuanto más cerca está la órbita de la luna del sol, que es la fuente de su luz (ocurre al final y al comienzo de cada mes hebreo), más oscura nos parecerá la luna y cuanto más se aleje la luna del sol, hasta la mayor distancia a mediados de mes, la luna estará completamente iluminada.
También el campo espiritual funciona así: A veces el maestro tiene que encerrarse en sí mismo para encontrar una estrategia sobre cómo transmitir sus conocimientos elevados para que sean absorbidos por la mente "pequeña" de su alumno. En estos momentos, una especie de "oscuridad" forzada cae sobre ambos. El maestro está ocupado con sus pensamientos y el alumno se siente abandonado.
Pero la verdad es que es precisamente en esos momentos de oscuridad, de aparente ausencia de un poder conector, la cercanía alcanza su punto máximo. Por un lado, los grandes esfuerzos del maestro y su concentración en sí mismo sólo por el bien de su alumno y por otro lado, los fuertes anhelos del alumno que aumentan y se intensifican como resultado de la distancia forzada.
Vimos esto en el fenómeno de los Shlujim, emisarios del Rebe. Un fenómeno que no tiene igual: El Rebe envió lejos a sus jasidim más cercanos, a vivir y activar en lugares distantes físicamente (desde Alaska hasta la India) y más aún espiritualmente... pero los emisarios siempre sintieron que en algún lugar en el fin del mundo, estaban lo más cerca del Rebe.
Una experiencia similar ha pasado por todos los jasidim de Jabad durante los últimos 30 años. En el apogeo de una tremenda campaña liderada por el Rebe, en la que él anunció al mundo entero que el Mashíaj viene, y nos dio a entender que su revelación será inmediata, repentinamente ocurrió una especie de oscuridad. Dejamos de ver y escuchar al Rebe, una situación que desarrolla un sentimiento de que aparentemente el anuncio de la Redención se está alejando cada vez más.
Pero fue precisamente a partir de la oscuridad, que la fe entró en fervor y ardió de forma exponencial. El jasidismo de Jabad inundó el mundo con el poder más fuerte de una esperanza ardiente y una expresión tangible de la fe eterna: "Lo esperaré a él (al Mashíaj) cada día que venga".
Este poder fuerte sigue intensificándose a pesar de que pasa el tiempo. Un poder fuerte de fe completa que aumenta día a día y momento a momento, y expresa una conexión esencial superando todo obstáculo e impedimento. ¡Y todo se da vuelta! A pesar de que se demora, -y en realidad a raíz de su demora- está claro que ahora está más cerca que nunca.