La mayoría de las sustancias materiales que nos rodean son estables. No cambiarán de forma espontáneamente ni se convertirán en otras sustancias. Sin embargo, también existen sustancias inestables en nuestro mundo. Estos últimos emiten parte de su núcleo-materia en un flujo de radiación, y con el tiempo la emisión genera un cambio fundamental en la materia y le confiere una identidad química diferente.
Este proceso se llama desintegración radiactiva. Un proceso dramático y violento de una sustancia peligrosa, pero que cuando se maneja de un modo correcto, es posible extraer de ella una gran energía. Hoy en día es difícil describir nuestro mundo tecnológico sin una energía de alta calidad o una radiación que se produce de esta manera. Con un tratamiento controlado, el proceso es completamente seguro y además garantiza una limpieza ecológica sin precedentes en el mercado de la contaminación medioambiental, que suele estar asociado a industrias de este tipo.
Lo interesante es que parte de la masa que atraviesa una desintegración radiactiva se convierte en energía (calor, movimiento, luz) y deja de ser "material". La radiación, la iluminación y la cristalización, transforman a la materia, en un poder enorme.
Esta división "material" también nos resulta familiar en el ámbito espiritual: Hay personas estables que se sienten cómodas en el lugar donde nacieron. La estabilidad es el valor más destacado en sus vidas. Y hay otras personas que pueden cambiar. Están dispuestos a renunciar a opiniones, hábitos y comportamientos, y siempre se esfuerzan por expulsar de sí mismos...las cuestiones innecesarias. Sus vidas están llenas de alteraciones. No es fácil vivir cerca de ellos... pero cuando los tratas de modo adecuado, puedes extraer de ellos grandes energías de altas calidades.
Estos últimos son los "Baalei Teshuvá", los retornantes a la identidad judía. Es imposible describir la sociedad religiosa actual sin ellos. Ella les debe el gran avance que se ha producido en los últimos años en muchas áreas de Santidad, y ellos le deben a ella, la conexión con la verdad y su estabilidad. Al día de hoy, estas dos santas congregaciones se encuentran en etapas avanzadas de unificación y fusión, lo que crea una sociedad que combina frescura y vitalidad por un lado, con estabilidad y equilibrio por el otro.
Sobre el profeta Eliahu, el anunciante de la Redención, está dicho que vendrá "para hacer la paz en el mundo". Eliahu abolirá todas las barreras entre un judío y otro, y los unirá a todos, bajo el gobierno eterno de un líder único, el Rey Mashíaj, "que no tiene a nadie encima suyo, sino a Hashem, su Di-s". Un rey que tiene el poder fantástico de un Tzadik (justo) completo, con la combinación de ser también un verdadero Baal Teshuvá, en el sentido de la elevación constante e infinita hacia Arriba, a Hashem, su Di-s que está por encima de él.
Este es el Rey Mashíaj, cuya revelación perfecta, esperamos realmente a cada instante.