El estudio que fue publicado en la revista "Computers in the Human Behavior", siguió a quinientos estudiantes durante un año, registrando el uso diario del teléfono celular, así como su nivel de ansiedad y satisfacción con la vida. Al final del año, los estudiantes también permitieron a los investigadores acceder a sus expedientes académicos. El estudio encontró que un mayor uso del teléfono celular se asociaba con una menor felicidad y satisfacción, así como con promedios de calificaciones más bajos, tal vez porque los estudiantes que están más ansiosos son menos capaces de concentrarse en sus estudios.
Estos hallazgos sugieren que el acceso constante a la información y a las personas puede ser un arma de doble filo. Por ejemplo, algunos estudiantes pueden tener dificultades para desconectarse, o tienen ansiedad si se sienten obligados a estar en contacto constante con amigos.
Lo que ilustran estos hallazgos es que en nuestra generación excesivamente conectada, es posible que hayamos perdido el contacto con nuestra necesidad innata de períodos regulares de soledad y reflexión. Tenemos una compulsión constante por llenar cada momento disponible con "ruido", ya sea música, el último meme divertido o una conversación tonta. Ya no sabemos cómo estar solos con nuestros propios pensamientos. Esto, a su vez, nos hace menos capaces de funcionar bien en tareas que requieren atención y concentración.
La filosofía jasídica pone gran énfasis en períodos regulares de contemplación y reflexión solitaria. Así el Rebe anterior de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, describe en Likutei Diburim: "El buscador genuino de soledad, avanza por este medio a los niveles más altos del intelecto, sus pensamientos se elevan sin trabas a través de los mundos más elevados".
En el final, sin embargo, el Rebe anterior concluye que la soledad, por muy elevada espiritualmente que sea, no es el propósito final de nuestro servicio Divino. Después de todo, el alma en el Cielo experimentó placeres místicos mucho mayores de los que podemos esperar encontrar en la Tierra. Estamos puestos aquí en la tierra para conectarnos con el mundo físico y entre nosotros. Nuestro desafío es hacer esto sin ahogarnos en la frivolidad de la era moderna. Nuestra tarea es llenar cada comunicación con significado, para esforzarnos en utilizar nuestras conversaciones por teléfono celular, nuestros correos electrónicos y nuestras publicaciones en las redes sociales para brindar calidez e iluminación a los demás. Debemos usar nuestros dispositivos para expresar nuestro cariño y preocupación, y para movilizar ayuda para aquellos que la necesitan. Sólo entonces la tecnología alcanzará la perfección máxima para la que fue creada y encontrará su expresión más verdadera en la inminente Era de la Redención.
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Estos hallazgos sugieren que el acceso constante a la información y a las personas puede ser un arma de doble filo. Por ejemplo, algunos estudiantes pueden tener dificultades para desconectarse, o tienen ansiedad si se sienten obligados a estar en contacto constante con amigos.
Lo que ilustran estos hallazgos es que en nuestra generación excesivamente conectada, es posible que hayamos perdido el contacto con nuestra necesidad innata de períodos regulares de soledad y reflexión. Tenemos una compulsión constante por llenar cada momento disponible con "ruido", ya sea música, el último meme divertido o una conversación tonta. Ya no sabemos cómo estar solos con nuestros propios pensamientos. Esto, a su vez, nos hace menos capaces de funcionar bien en tareas que requieren atención y concentración.
La filosofía jasídica pone gran énfasis en períodos regulares de contemplación y reflexión solitaria. Así el Rebe anterior de Lubavitch, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, describe en Likutei Diburim: "El buscador genuino de soledad, avanza por este medio a los niveles más altos del intelecto, sus pensamientos se elevan sin trabas a través de los mundos más elevados".
En el final, sin embargo, el Rebe anterior concluye que la soledad, por muy elevada espiritualmente que sea, no es el propósito final de nuestro servicio Divino. Después de todo, el alma en el Cielo experimentó placeres místicos mucho mayores de los que podemos esperar encontrar en la Tierra. Estamos puestos aquí en la tierra para conectarnos con el mundo físico y entre nosotros. Nuestro desafío es hacer esto sin ahogarnos en la frivolidad de la era moderna. Nuestra tarea es llenar cada comunicación con significado, para esforzarnos en utilizar nuestras conversaciones por teléfono celular, nuestros correos electrónicos y nuestras publicaciones en las redes sociales para brindar calidez e iluminación a los demás. Debemos usar nuestros dispositivos para expresar nuestro cariño y preocupación, y para movilizar ayuda para aquellos que la necesitan. Sólo entonces la tecnología alcanzará la perfección máxima para la que fue creada y encontrará su expresión más verdadera en la inminente Era de la Redención.