La abrumadora oposición no tiene en cuenta, que el desarrollo de alimentos genéticamente modificados permitirá un crecimiento más fácil y rápido de los alimentos, incluso en condiciones desérticas y bajo la creciente salinidad en muchas partes del mundo y posibilitará hacer frente a las nefastas predicciones que afirman que para el año 2030 la población mundial superará los ocho mil millones de personas, la mayoría de ellas, en áreas de extrema pobreza.
Los alimentos transgénicos no son el final de la historia. La ingeniería genética, permite ya hoy, la detección, filtrado y eliminación de genes no deseados, la supresión de enfermedades y defectos hereditarios. En un futuro no muy lejano (aparentemente) será posible filtrar y seleccionar un destilado genético que contenga lo mejor posible de nuestros genes.
Los científicos de mente amplia, ya ven ahora, un desarrollo tecnológico muy acelerado en esta área, lo que conducirá a la creación de una humanidad superior en un futuro próximo. Por mucho que este término tenga una carga histórica y polémica, no se trata de un slogan vacío y corrupto, sino de una promesa científica bastante clara, de que el destino de las generaciones futuras será diferente: Serán mejores personas en casi todos los sentidos, más sanas, más inteligentes y más bellas.
Otra promesa para un futuro mejor, mucho mayor de lo que los genetistas pueden soñar, brilla desde una dirección completamente diferente. Y no sólo para el futuro: Desde los albores de la historia, el pueblo de Israel se destaca como una nación diferente. Hubo miles de años de intentos de negar y ocultar este hecho, mientras se enfatizaba el aparente lado igualitario entre Israel y las otras naciones, que no se ha probado.
Incluso cuando logramos suprimir las diferencias dentro de nosotros mismos, los gentiles se esfuerzan por recordárnoslo. En el pasado fue principalmente a través del antisemitismo agresivo, sin embargo, a medida que nos acercamos a la Redención, surgen más y más gentiles que nos recuerdan lo que dice el Tanaj (que también creen) que somos el pueblo elegido de Di-s. Una familia especial que se ha convertido en un grupo de élite que mantiene su singularidad de manera antinatural durante miles de años.
Pero lo principal aún está por delante: La cualidad judía genética y espiritual se revelará pronto con toda su fuerza, con la irrupción de la Redención verdadera y completa en nuestras vidas. Entonces quedará claro para todos (y finalmente, también para nosotros) que somos realmente diferentes y especiales, y que además de la elección Divina por nosotros, atravesamos un proceso de fundición, refinación y depuración, en un proceso terrible de un largo y amargo exilio. Estamos ahora a punto de descubrir la esencia del título que se nos prometió hace miles de años: "Y vosotros seréis para Mí, un reino de Cohanim y una nación santa".
