¿Quién recuerda el Y2K, el supuesto problema informático del año 2000 o la crisis financiera de 2007-2008 (las hipotecas de alto riesgo)? ¿Y quién no conoce las lúgubres predicciones que se le atribuían a los miembros de la tribu indígena maya, sobre la año 2012? (Y no pasó nada). ¿O la teoría del fin del mundo de Nostradamus? ¿Y quién puede olvidar las amenazas de asteroides desde el espacio o la amenaza nuclear que intentó devolver al mundo al caos del génesis?
Ya hemos escuchado muchas predicciones sobre el fin del mundo, y para gran sorpresa, todavía estamos aquí... y el planeta Tierra aún perdura y existe. ¿Qué alimenta lo absurdo sobre el fin del mundo o el fin de la civilización humana, interminables variaciones antiguas y modernas de catástrofes de todo tipo y por qué han cobrado impulso recientemente?
Como con cualquier misterio, la solución se halla en nuestras fuentes sagradas: Incluso la Torá de Israel, la portadora de la verdad exclusiva, informa que nuestro tiempo es de hecho, un tiempo de final y conclusión.
En el Talmud de Babilonia está escrito que el mundo en su forma actual permanecerá durante seis milenios aproximadamente y en el séptimo mil será destruido. La pregunta es: ¿Cuál es la naturaleza de esa destrucción? ¿Qué es exactamente lo que va a ser destruido? Este es uno de los ejemplos más llamativos de nuestra reducida capacidad para comprender nosotros mismos, "solos", las Sagradas Escrituras y la necesidad absoluta de ayudarnos con las explicaciones escritas por los Tzadikim (justos), poseedores de una visión amplia, llamada "Ruaj HaKodesh" (Inspiración Divina).
Un breve análisis de estos escritos, muestra que lo contrario de lo que pensábamos es lo correcto: La creación se hará aún más fuerte e incluso viviremos una vida eterna. Pero el mundo en su forma actual constituye un ocultamiento de la verdad, quita de nuestra conciencia la Presencia Divina constante, de la que no hay lugar libre de ella, ni en el cielo ni en la tierra.
Lo que será destruido en el séptimo milenio (y de hecho, ¡incluso antes, enseguida, realmente!) es este ocultamiento. A partir de ese momento, continuaremos estando aquí en nuestro planeta azul, con alegría y riqueza para siempre. Hay entre los sabios de las naciones del mundo, quienes hacen predicciones similares, pero no están educados para entender correctamente lo que está escrito.
Para comprender la verdad sobre cualquier cosa, uno debe estar en contacto directo, continuo y consistente con la Torá, sus sabios y profetas. Solo ellos ven y comprenden correctamente, el estado de la creación. Con cierta frecuencia, los profetas también saben señalar dónde y cómo en el mundo actual, las visiones prometidas ya comienzan ahora a hacerse realidad.
El profeta de nuestra generación es el Rebe de Lubavitch, ER"M. La profecía principal del Rebe se refiere a la misma "destrucción", la que todos aspiramos: La destrucción del mundo de conceptos erróneos y mentiras, sobre el cual, la crueldad y la injusticia han regido durante casi seis mil años. Todos anhelamos el momento en que todo esto se revierta: Un mundo donde resplandecerá la verdad Divina y el Rey Mashíaj establecerá un gobierno de justicia y honestidad eternas.