Hace un poco más de cincuenta años, el mundo quedó atónito frente a lo que fue el mayor logro tecnológico de todos los tiempos: Llevar a un hombre a la luna. El elemento clave en el éxito de esta misión increíble fue, sin duda, la computadora de navegación digital de la nave espacial, la famosa AGC (Apollo Guidance Computer). Esta computadora marcó el comienzo de la era de la comunicación celular de alta tecnología.
En los términos tecnológicos de hoy, el desempeño de la legendaria AGC luce bastante pobre: En cada teléfono celular actual hay una computadora 50 veces más rápida, con 100 veces más memoria y 2000 veces menos de peso. Lo que fue un desarrollo único y terriblemente costoso, está hoy en el bolsillo de todos los niños. La comunicación que alguna vez estuvo fragmentada y limitada en todos los aspectos, se ha convertido en una super-comunicación fácil y disponible para cualquier persona, en cualquier lugar y en cualquier momento.
Las raíces de este desarrollo tecnológico acelerado se encuentran en un tipo completamente diferente de desarrollo acelerado. Es el desarrollo en el lugar donde todo comienza, en las capas espirituales de la realidad: Ahora estamos al borde del despegue a un mundo nuevo, el mundo de la Redención. Como parte de los preparativos y la maduración de la existencia al encuentro de este mundo nuevo, hoy, el ritmo general de la vida está muy acelerado. Aunque el número de horas en un día se mantiene en 24, hoy logramos comprimir en un día, actividades que en el pasado requerían varios días, semanas e incluso meses y años. Cada persona puede "llegar" (comunicarse con) cualquier persona, en cualquier lugar, en segundos.
En cierto sentido, el tiempo y el espacio han perdido su antiguo significado absoluto. El hombre ha dejado de estar atado por ellos como en el pasado, porque se está moviendo hacia la Era de la eternidad, una Era, en la que los conceptos de tiempo y espacio serán anulados de su concepción conocida hasta ahora. En el análisis contemporáneo de estos temas, el lenguaje de la ciencia se mezcla con la antigua terminología de la Torá, hasta que es difícil (y quizás ya no sea necesario) separarlos más.
El Rebe de Lubavitch, ER"M, llama a este tiempo especial previo a la Redención: "El momento cumbre" (Haejste Zait, en idish). Según los sabios, este período es particularmente difícil. Está lleno de pruebas y tiene una recompensa para aquellos de nosotros que sepamos aprovecharlo adecuadamente: Superar las pruebas y llegar a una total entrega personal en el servicio a Di-s, esforzándose hasta el último instante. Un esfuerzo que asegurará un ingreso de mejor calidad al Mundo de la eternidad, con las almas en los cuerpos, el Mundo de la Redención verdadera y completa.
Aunque todos tenemos garantizada la entrada allí, como dijeron los sabios: "Todo Israel tiene una parte en el Mundo venidero", pero la calidad de la vida allí, depende de nuestro trabajo ahora, en los últimos instantes del exilio.
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