Sus resultados fueron tan significativos que sorprendieron incluso a los más grandes seguidores de la actividad física. Resultó que, de hecho, cada movimiento, cada esfuerzo, cada escalón, cada paso, cada extensión de una mano o cada giro en la cama, se acumulan y son directamente proporcionales al aumento de la chance de una buena salud.
Recientemente, se está abandonando el viejo concepto de que solo caminar a paso rápido, nadar de forma extenuante, correr largas distancias o hacer actividad aeróbica durante al menos treinta minutos, poseen un valor real. Hoy está claro que cada movimiento es beneficioso, y todos los pequeños desplazamientos se suman a una cuenta grande y precisa.
Y la cosa también es cierta en la espiritualidad. En el pasado, era común solo tener en cuenta únicamente a los grandes esfuerzos como actos de autosacrificio, abnegación y entrega heroica. Nadie veía a las acciones comunes de los judíos simples, como algo de valor. Fueron el conocido cabalista Arizal (el sagrado Rabí Itzjak Luria) y el fundador del jasidismo, el Baal Shem Tov quienes comenzaron a llamar la atención de los judíos, sobre el hecho de que incluso las básicas expresiones de fe de las personas simples son muy valiosas para Di-s, y en ocasiones, incluso pueden cambiar el destino de comunidades enteras. Una simple oración de un niño, una palabra amable de un judío a su prójimo, una moneda extra para la caridad, otra concesión a favor de la paz en el hogar, todo esto se acumula en una gran cuenta. Una cuenta personal que es parte de la cuenta general: La cuenta de la Redención del mundo entero.
En esta época, dice el Rebe de Lubavitch, ER"M, que ya hemos alcanzado la perfección requerida de la sumatoria final de todos los buenos pensamientos, palabras y acciones. No tenemos idea de quién es el que con solo un buen pensamiento, una palabra correcta o una buena acción, traerá el fenómeno del pase instantáneo desde el exilio a la Redención. Y es importante que recordemos, que la situación se revertirá de una vez, como resultado de la enorme y maravillosa acumulación de todas las Mitzvot y buenas intenciones, incluso las "pequeñas", desde antaño y hasta la eternidad.
No pienses sólo en lo grandioso. Conviene que miremos también al entorno cercano con ojos que esperan la Redención. Y es posible, y se debe, también mirar su contenido interior. Allí, con seguridad se halla otra pequeña cosa que necesita ser convertida de un estado de exilio a un estado de Redención. Debemos redimir a nuestro interior y así llegar a una Redención general, verdadera y completa.
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