"La gente piensa que la ciencia tiene reglas estrictas y claras. Realizas experimentos, obtienes resultados, los interpretas y al final tienes algo. Pero el proceso científico es en la práctica, humano y causa disputas como cualquier otra cosa". Increíble, pero estas palabras son un extracto de la enseñanza del que hoy es considerado uno de los físicos más destacados del mundo, Leonard Susskind de la Universidad de Stanford. Susskind es uno de los pensadores de los métodos con los que hoy en día, los físicos intentan comprender las capas más profundas de la realidad: Las teorías de las "cuerdas", los "universos múltiples" y los "agujeros negros". A pesar de todo esto, y quizás precisamente por su amplia visión científica, Susskind afirma que nunca podremos captar la realidad física en un sentido profundo, porque estamos cautivos de la arquitectura de las neuronas de nuestro cerebro. Solo podemos imaginar ciertas cosas, y no podemos imaginar o entender otras cosas. No estamos, desde un aspecto biológico, equipados para pensar de manera abstracta y, de todos modos, nuestro sentido de la realidad es inestable. Según sus palabras, no tenemos la capacidad de lidiar con la realidad tal como es, por lo que sugiere eliminar esta palabra del léxico físico. Sólo se puede confrontar con la pregunta, de si los fenómenos pueden reproducirse o no, y nada más.
Este tipo de humildad científica caracteriza a muchos de los mejores científicos de la actualidad en todos los campos de la ciencia. La ciencia que pretendía a principios del siglo pasado (y hasta hace poco tiempo) presentar una solución a todas las cuestiones y problemas humanos y cósmicos, hoy se reduce a ocuparse de la pregunta "¿Son los fenómenos reproducibles o no?".
El intento de una comprensión sustancial o una descripción inequívoca de la realidad está abandonado. Nadie se avergüenza de admitir la verdad antigua de la Torá que sostiene que "el propósito del conocimiento es que no te conozcamos". Es decir: La cima del conocimiento y de la ciencia es saber que en realidad no sabes. No se puede explicar o incluso no se puede describir cosas de manera inequívoca. Y la verdad es, que este es un proceso por el que la mayoría de nosotros pasamos durante nuestras vidas, cuando envejecemos y nos volvemos más sabios, se nos hace cada vez más evidente lo poco que sabemos realmente sobre cualquier cosa.
Sin embargo, en la Torá aparece una promesa asombrosa, destinada a estos mismos días, realmente. Una promesa de cambio con respecto a nuestra percepción de la realidad. Una promesa que se deslizó hacia los estratos prácticos y se dictaminó en una ley en el "Mishné Torá" de Maimónides. Al comienzo del libro, Maimónides resume todo lo que es correcto sobre la realidad: "La base de las bases y el pilar de la sabiduría es saber que hay una existencia primaria que hace existir a todos los existentes (toda la realidad) de los cielos y la tierra y lo que hay entre ellos, no existen sino de la verdad de su existencia (Del Santo, Bendito Sea Él)". Al final de su libro, afirma que llegará un día en que esta realidad se revelará a todos: "No habrá dedicación de todo el mundo sino conocer a Di-s solamente". Esta transformación intelectual la desarrollará el Mashíaj. Y esta es la verdadera razón por la que todos lo desean.