El descubrimiento de la estructura del material genético y la decodificación del código genético humano fueron algunos de los grandes descubrimientos científicos del siglo 20. Estas maravillosas revelaciones mostraron que las proteínas, que son las "máquinas" bioquímicas que producen todos los procesos biológicos de la vida, están programadas y operadas por un "software" predeterminado en el "disco duro" de la célula, también conocido como la bobina de ADN.
Según este concepto, estamos acostumbrados a pensar que la genética determina a todo, y por ende, todo está predeterminado de antemano, es decir, es inmune a los cambios. Pero estudios recientes prueban que no es así exactamente. El órgano que algunos dicen que es el más complejo del cuerpo humano, es el cerebro, aunque también se crea de una manera dictada por la acción de los genes, pero a diferencia de otros órganos, sufre constantemente procesos de "rediseño", provocados y enmarcados por los eventos individuales que constituyen "La experiencia personal".
Es decir: La información sensorial recibida y la reacción del cerebro a ella, es un proceso que cambia el cerebro para mejor y viceversa. En muchos casos, la parte de la genética en la configuración del funcionamiento del cerebro adulto es menor que la de los procesos que lo configuran continuamente. Entonces, el producto final está lejos de ser predeterminado y está en un estado de cambio constante.
Estos descubrimientos fueron formulados hace miles de años por Rabí Akiva: "Todo está previsto, sin embargo se otorga libertad de elección" (Pirkei Avot 3:15). Una enseñanza que resume brevemente los muchos ejemplos que los sabios narran sobre personas cuya suerte estaba echada, pero un acto que hicieron cambió el destino predeterminado que ya estaba a un paso de ellos. Entre ellos, la hija de Rabí Akiva mismo:
Ya cuando era pequeña, un astrólogo le reveló a su padre que ella moriría el día de su boda. Con herramientas científicas hoy desconocidas, vio la cadena natural de procesos que comenzó con su nacimiento y supo calcular cuándo terminaría. Desde el punto de vista científico tenía razón, y así quedó demostrado: A la mañana siguiente de la boda, la hija sacó su horquilla del cabello de entre las piedras del muro, donde la había dejado ayer y salió con esta una serpiente muerta. La horquilla estaba clavada en su cabeza. El secreto de su salvación, como se supo más tarde, fue un acto de Tzedaká: Entre la multitud de invitados de la boda, la hija notó a un pobre hambriento que se avergonzaba de entrar, lo invitó a pasar y le dio su propia porción de comida.
Rabí Akiva enseña que este bendito cambio influye no solo a la mente, ¡sino a todo! ¡Cada acto o incluso palabra e incluso pensamiento, pueden cambiar el destino de una persona!
Esta antigua enseñanza judía alcanza su máxima expresión en una famosa resolución de la ley de Maimónides, que establece que una buena acción de una sola persona tiene el poder de cambiar el destino del mundo entero: "Hizo una Mitzvá, se inclinó a sí mismo y al mundo entero al platillo favorable de la balanza y causó a él y al mundo salvación". Es decir: La Redención verdadera y completa.
Rabí Akiva enseña que este bendito cambio influye no solo a la mente, ¡sino a todo! ¡Cada acto o incluso palabra e incluso pensamiento, pueden cambiar el destino de una persona!
Esta antigua enseñanza judía alcanza su máxima expresión en una famosa resolución de la ley de Maimónides, que establece que una buena acción de una sola persona tiene el poder de cambiar el destino del mundo entero: "Hizo una Mitzvá, se inclinó a sí mismo y al mundo entero al platillo favorable de la balanza y causó a él y al mundo salvación". Es decir: La Redención verdadera y completa.