Una alergia es una reacción excesiva del sistema inmunológico. Un estímulo relativamente pequeño, como una mota de polvo o el polen de una planta diminuta, se identifica como un enemigo peligroso y el sistema arrastra al cuerpo a una respuesta de guerra inflamatoria severa. Desde calambres respiratorios, hinchazón faríngea, enrojecimiento, lagrimeo y erupciones similares a quemaduras hasta el riesgo real de asfixia.
El sistema inmunológico puede errar aún más y también identificar partes específicas del cuerpo a las que pertenece como enemigos y tratar de combatirlo. Los anticuerpos que se supone que protegen el cuerpo de invasores extraños, patógenos como bacterias y virus que son realmente peligrosos, pueden convertirse en guerreros contra el cuerpo mismo.
Tal como todos las cuestiones en este mundo, también los fenómenos auto-inmunes se desencadenan de una fuente espiritual. Es decir, son fisiológicamente equivalentes a un fenómeno espiritual de agresión innecesaria y dañina, frente a alguien que en realidad es tu hermano, una parte de ti, y cuyo daño es dañarte a ti mismo. Una auto-lesión innecesaria y completamente ilógica.
Así son la mayoría de las rencillas dentro de la familia y así son también las guerras innecesarias entre judíos y judíos, entre "sectores" (palabra periodística de moda que se refiere a los seres humanos como sectores de papel). El denominador común entre todos ellos es la incitación de que hay una ganancia política (falsa) de su lado. Y al parecer no empezó hoy. Si trasladamos este sistema de conceptos mediáticos/políticos a un período de hace dos mil años, parece que debido a tales actitudes y movimientos "auto-inmunes" - se destruyó el Gran Templo.
En el interior de la Torá se explica que ninguna nación extranjera tiene el poder de dañar al pueblo de Israel, porque somos la causa Divina de la Creación del mundo. Sólo las luchas y agresiones mutuas entre nosotros (odio gratuito), pueden hacer que algunos de nosotros invitemos a los gentiles a venir y dañar una parte de nuestro pueblo, a nosotros mismos, aquella parte que vemos como sobrante, o carente de mérito para existir.
Este es el motivo por el que el Tercer Templo (que será eterno) será construido precisamente por el amor entre hermanos. El verdadero amor fraternal es el amor gratuito. Es decir, un amor incluso al que te parece diferente a ti, pero es tu hermano judío. Nada podrá destruir este Gran Templo, porque entonces -en plena Redención- dejaremos de hacernos daño. El poder Divino del "cuerpo" del pueblo judío finalmente se revelará y por ende, ninguna cosa podrá dañarnos más.
El Rebe de Lubavitch, ER"M, revela que las manifestaciones de amor entre nosotros durante los años de exilio ya han corregido la influencia espiritual negativa creada por el odio gratuito. Si embargo, aún quedan restos insignificantes del mal, que intentan dominar y sembrar el odio dentro nuestro, estas son las últimas convulsiones de la agonía del mal.
Nuestro trabajo es comenzar ahora mismo a saborear la maravillosa unidad que prevalecerá aquí en el momento de la Redención. En lugar de desarrollar anti-cuerpos unos contra otros, ¡desarrollemos "pro-cuerpos"! Debemos buscar lo bueno y lo bello de cada uno y dejar de ser engañados por el hecho de quienes hablan y se comportan diferente a nosotros.
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