El tema central de la parshá Ki Tisá, es sin dudas, el pecado del becerro de oro. La Torá nos cuenta, sobre los acontecimientos previos que llevaron al pueblo de Israel a un tremendo descenso espiritual y luego de ello, continúa relatando el descenso de Moshe del monte de Sinai, la rotura de las Tablas de la ley y el juicio y la ejecución de la sentencia a los adoradores del becerro.
Una gran parte de la parshá se dedica también al tema de la expiación del pecado del becerro de oro, las súplicas de Moshe al Santo Bendito Sea Él, para que perdone a los hijos de Israel, la revelación de los trece atributos de compasión y la orden Divina a Moshe sobre esculpir nuevas Tablas, las segundas Tablas que vienen en reemplazo de las tables que rompió.
Y aquí surge la pregunta: ¿Por qué se extiende la Torá en la descripción de este tan grave pecado? Es sabido, hasta cuanto se cuida la Torá de hablar cosas negativas, como enseñan los sabios: "incluso en lo obsceno de un animal impuro no habla el versículo" (Baba Batra 123A), entonces, ¡con mucha más razón se tendría que cuidar aquí de narrar sobre el pecado más grave de todos los hijos de Israel (a excepción de la tribu de Levi) y de una forma tan detallada! Acaso, ¿hay algo positivo en esta "rotura"?
Y de aquí vamos a una pregunta mucho más amplia y general: ¿Por qué Di-s plantó en el alma del hombre estas formas negativas? ¿Por qué creó al "ietzer hará", la mala tendencia? Si Di-s quiere que las personas sean buenas, éticas, piadosas y finas, ¿no hubiera sido mejor que las creara así de entrada?
Es conocido el refrán que "los judíos responden una pregunta con otra pregunta", también aquí encontramos la respuesta a estas preguntas con otra pregunta.
La esencia de todo tema está oculta en su nombre. El nombre de la parshá es: "Ki Tisá", "cuando censes" o literalmente "cuando eleves", debido a que está escrito en el principio de la parshá: "Ki Tisá et Rosh Bnei Israel", "cuando censes a los hijos de Israel" o literalmente "cuando eleves las cabezas de los hijos de Israel". El significado de la expresión "eleves las cabezas" enseña sobre la elevación de los hijos de Israel, su ascenso a una categoría espiritual superior.
¿Cuál ascenso y dónde está la elevación del alma...en el momento en qué la parshá se ocupa, aparentemente, del pecado más grave que provocó el mayor descenso en los hijos de Israel?
Sino, que de aquí se demuestra que, en verdad, ¡toda la parshá es un solo proceso de "elevación de cabezas" y ascenso del pueblo de Israel!
La parshá de la semana nos enseña la fuerza de la Teshuvá (el retorno a Di-s) y la virtud de los "retornantes" por sobre los justos, hasta tal punto, que "en el lugar que los retornantes se ubican, los justos completos no pueden pararse".
Los hijos de Israel situados al pie del monte de Sinai estaban en una categoría de "Tzadikim", justos, vivían entregados a la voluntad suprema de Di-s, comprometidos con toda el alma a la palabra de Di-s, como el ejemplo de un alumno que está atento y concentrado cuando está frente a su maestro y las palabras de éste le producen una sensación de euforia y elevación y siente que está en otro mundo, hasta tal punto, que no existe en el mundo nada para él, a excepción de las palabras de su maestro.
Pero luego de pasado un tiempo, se disuelve la sensación de elevación, sus instintos comienzan a despertar del sueño y salen de su escondite en las profundidades del alma. En su estado moral recae una degradación hasta que comete una transgresión grosera...
Entonces, justo ahí, por medio de la sensación de error y pérdida, por medio del pozo profundo al que cayó, se revela su personalidad, su robustez y la seriedad del alumno. El reconocimiento del pecado lo lleva a:
1- Una sensación de humildad y anulación profunda del ego, él comprende que no es perfecto y debe trabajarse, mejorarse y avanzar.
2- Una internalización totalmente distinta de las palabras del maestro, que le infunde una conciencia mucho más profunda, para que cosas de este tipo no le vuelvan a ocurrir jamás.
3- A entender que no es posible vivir con euforia, recae sobre él, invertir todas su fuerzas en hacer el bien y lo correcto, "BeJela iatir", con fuerza adicional, a través del esfuerzo constante "de no volver más a transgredir".
Este concepto esta insinuado en las palabras de los sabios: "Dijo Rabí Iehoshúa ben Levi: "No hicieron los hijos de Israel el becerro sino para otorgar una chance a los retornantes"(Avodá Zará 4:B). El pecado del becerro de oro tenía una intención muy definida, llevar a los hijos de Israel al nivel maravilloso de los "Baalei Teshuva", retornantes, al cual nunca se podría llegar si no nos rompemos...
El nombre de la parshá "Ki Tisá", nos enseña sobre el ascenso de Israel y su llegada a este nivel extraordinario. La extensión del relato sobre el becerro de oro, con todos sus detalles y acontecimientos, viene a enfatizar el bien oculto que surgió de esto para nosotros y la virtud de las segundas Tablas, las cuales son imposibles de romper, son las Tablas de los "Retornantes".
Y como es en la parshá, así es también con respecto al tema del exilio y la Redención. El exilio es como el pecado y el descenso, el pueblo de Israel está perturbado y diseminado entre las naciones, la luz Divina está oculta, el Beit HaMikdash destruido y la "Presencia Divina en exilio".
Pero justamente en este estado, en una situación tan baja y decadente, se revela en cada judío la fuerza de sacrificio enraizada en la esencia de su alma, la fuerza de la esencia Divina, "el pintele id", la fibra más profunda de un judío, que no se altera ni afecta de ningún gobierno o poder. Una relación ininterrumpida e inseparable con el Santo Bendito Sea Él que se revela justamente a través de...¡la rotura! Y esta relación esencial e irrompible traerá, al final de la cosa, la Redención verdadera y completa, una Redención tras la cual nunca más habrá exilio.
Ya que hablamos de temas de Teshuvá, concluimos con esta historia:
El Alter Rebe se refirió una vez al concepto de la Teshuvá y dijo: La Teshuvá verdadera es como la Teshuvá del "goi" de Vitebsk. Y esto sucedió: Vitebsk está divido en dos partes por un río, en aquellos años aún no se había construido un puente y se atravesaba el río por medio de una pequeño bote. En un momento sopló un viento muy fuerte y los goim que estaban en la orilla del río le dijeron a la persona que estaba por cruzarlo: ¡No viajes, es un peligro! Pero el viajero no le prestó atención y siguió su camino hasta que en el medio del cruce se dio vuelta el bote y quienes estaban parados en la orilla del río escucharon el grito del hombre antes de ahogarse: "¡Hey, yo me arrepiento!"
Concluyó el Alter Rebe: "En esos instantes, cuan grande fue el sufrimiento por no obedecer y acatar la advertencia que le hicieron y a pesar de esto, viajar. ¡Esta es una Teshuva verdadera!".
También nosotros, vayamos e intentemos hacer una "Teshuvá" verdadera sin roturas.
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