Basado en el Rebe de Lubavitch en su libro Sefer HaSijot 5749 parshat Vaikrá, en su explicación sobre Likutei Torá del Maamar "Lo Tashbit Melaj" (Que no falte sal nunca).
¿Por qué la Torá ordena salar a todas las ofrendas? La sal representa la unión de dos opuestos, una cuestión exigida en la tarea de cada judío y llegará a su perfección con la Redención verdadera y completa.
La parshá de la semana, Vaikrá, inicia uno nuevo libro de la Torá denominado por nuestros sabios "Torat Cohanim". Este libro se dedica
en su amplia mayoría, a leyes y temas sobre las ofrendas. Esta semana nos enfocaremos sobre la interesante orden relacionada a todas las ofrendas, y en cuanto a esto, la relación especial de esta orden Divina con la Redención verdadera y completa.
en su amplia mayoría, a leyes y temas sobre las ofrendas. Esta semana nos enfocaremos sobre la interesante orden relacionada a todas las ofrendas, y en cuanto a esto, la relación especial de esta orden Divina con la Redención verdadera y completa.
La Torá nos ordena sazonar con sal sobre cada ofrenda: "Sazona con sal todas tus ofrendas..que en tus ofrendas no falte nunca la sal del pacto...con todas tus ofrendas debes ofrecer sal" (Vaikrá 2:13). La pregunta simple que perturba a todo estudiante o lector es: ¿Desde cuándo a Di-s le interesa que algo tenga gusto y sabor? ¿Por qué la ofrenda necesita sal? o al contrario, ¿Por qué no agregamos pimienta negra, comino y especias como al Shawarma?
Najmánides (en su explicación a la Torá) ya se paró sobre esta "tabla de condimentos", y ofrece una respuesta interesante e innovadora basada en la composición especial que tiene la sal. De acuerdo a sus palabras, la sal contiene dentro de sí dos opuestos completos, y esto representa la perfección de la convivencia en la Creación. Por un lado, el origen de la sal es el agua, que es la raíz y fuente de la vida, el crecimiento y desarrollo, hasta tal punto de ser definida en el libro Tania de esta forma: "las aguas hacen crecer todos los tipos de placeres". El agua es la raíz de la existencia humana y una necesidad importante y decisiva para el funcionamiento del mundo y de toda la Creación. No hay vegetal, animal u hombre capaz de mantenerse vivo sin agua.
Por otro lado, la simboliza también al elemento fuego que es destructor. La sal se condensa y materializa como consecuencia del calor del sol (que representa al elemento fuego) que vaporiza a las aguas y deja su marca sobre el producto. El sol es capaz de provocar una quema, una destrucción y eliminación. Todos recordamos los incendios terribles que sucedieron en los últimos años en todo el mundo y la influencia del sol en ellos. La sal, tal como su origen el sol, puede provocar un daño irreversible a la naturaleza y a la vida. Una salinidad adicional puede aniquilar campos, viñedos y cultivos. Es capaz de dañar incluso a los metales más fuertes, derretir capaz de hielo rígidas en temperaturas muy bajas. Y al mismo tiempo, la sal es el condimento más básico y utilizado en todas las cocinas y alimentos. Ella le otorga sabor a cada cosa, hasta tal punto que es muy raro encontrar algún producto que no contenga sal. La sal encarna dentro suyo, la unión completa entre dos opuestos, la convivencia entre dos elementos básicos en toda la Creación.
La Torá del Jasidismo nos enseña una idea muy importante y profunda, la cual podemos y debemos cada uno de nosotros, estudiar sobre la sal!
Los dos poderes de la sal, hablan antes que cualquier otra cosa, sobre el hombre mismo. Tenemos la responsabilidad de ser fuertes, brindar vitalidad al Alma Divina, al sector de la Santidad y debilitar a la fuerza del alma animal, la mala tendencia y las cosas no positivas que hay en ella.
¿Cómo hacemos esto? A través de una conducta similar a las propiedades de la sal...
La sal simboliza el estudio del interior de la Torá, la Torá del Jasidismo. Este estudio no puede quedarse en lo abstracto y espiritual, no está hecho para ser una filosofía o pasatiempo en los momentos libres. El estudio del interior de la Torá debe llevar a una unión y acercamiento a la Divinidad, una relación de dos vías. Por un lado, una vía que lleve a la revelación del potencial personal oculto en la esencia del Alma Divina de cada judío. Por otro lado, una segunda vía que lleve a la eliminación del mal interno, las emociones negativas y los placeres extraños, que se encuentran en el corazón del alma animal.
La "sal", el estudio del Jasidismo que lleva a la unión Divina, tiene la fuerza de eliminar el mal, y junto a esto, la capacidad de mantener al bien. Destruye la maldad y mientras tanto agrega sabor, vitalidad y energía en las fuerzas de la Santidad.
Esto es exactamente lo que sucederá en la Redención.
Uno de los testimonios proféticos de la Redención que es muy interesante (o quizás un poco atemorizante) es que el Santo Bendito Sea Él, sacará al sol de su funda. En Talmud dice: "No hay Guehinom (infierno) en el futuro por venir, solo que Di-s sacará al sol de su funda, los malvados son juzgados por él y los justos se curan con él" (Avodá Zará 3:B).
Tal como la sal, así será también el sol en la época de la Redención. La misma energía con sus consecuencias contrarias por completo. Por un lado, la revelación del sol de su funda provocará curación, una vitalidad renovada y vigorosa en las vidas y en los corazones de los justos (y tu pueblo, son todos justos), mientras que exactamente esta misma revelación, llevará al juicio, a la destrucción y eliminación de los malvados. Justamente en la Redención se observará claramente una expresión sobresaliente de la unión de los opuestos. Se habla aquí, de un fenómeno, que influye a cada uno de distinto modo, en una forma contraria totalmente.
Culminamos con un relato que explica como es factible la cuestión.
En la generación de Maimónides existió un justo que tenía un serio problema en sus ojos y ningún médico tenía éxito en curarlo. Por ello llegó a lo de su amigo Maimónides para que le encuentre una ayuda para su sanación.
Cuando los dos se encontraron, grande fue la sorpresa del justo, pues antes de abrir su boca y contarle a Maimónides el motivo de su visita, éste le ordenó a su asistente introducir a esta persona al establo de cabras y dejarlo encerrado. No pasó mucho tiempo y este judío se halló sentado en soledad con las cabras lamiendo sus piernas y sus ojos estallaron en lágrimas por la tremenda injusticia que le había cometido su amigo.
Después de un rato que pareció una eternidad, de repente, Maimónides abrió la puerta del establo junto a su asistente y se dirigió a este judío con amabilidad y alegría: "Buenos días amigo, cómo estás". Aún antes que éste pudiera responder algo, Maimónides continuó diciendo: "Me disculpo ante ti por la bienvenida "cariñosa" con la que te recibí...Pero te explicaré. Cuando llegaste observé que tenías una cruel y maldita enfermedad en tus ojos, cuyo único remedio es un llanto continuo de doce horas. Me esforcé mentalmente para pensar como provocarte llorar tanto tiempo y ahora estoy muy contento al ver que tuve éxito, tus ojos atestiguan que la enfermedad se fue, perdóname querido amigo pues así debía comportarme...".
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