¿De qué se trata el diálogo entre Iaakov y Iosef en relación a Menashe y Efraim? ¿A qué aluden los hijos de Iosef en el servicio a Di-s? Menashe simboliza el enfrentamiento con la oscuridad del exilio (apartarse del mal), mientras que Efraim representa el ascenso y la revelación futura de la Redención (hacer el bien). Estos dos enfoques necesarios llevan a la pregunta de sobre qué enfocarse.
Una familia que tenía una pareja de gemelos de seis años muy frenéticos y movedizos, es sentó a la mesa en la noche del Seder de Pesaj. Todo se condujo de forma normal (a excepción de algunas copas de vino que se volcaron, la vasija del agua con sal que se derramó y el Afikomán que fue robado antes de que alcanzaron a esconderlo...).
El padre frustrado y desesperanzado, intentó continuar el Seder sin entran en erupción sobre los gemelos tan traviesos. Al final del "Maguid", cambió su tono de voz y comenzó a leer en voz alta: Estas son las diez plagas que el Santo Bendito Sea Él, trajo sobre los egipcios en Egipto y estas son: Sangre, ranas, "banim" (hijos), langostas...
"Un momento, papá, está escrito "kinim" (piojos)!" dijo uno de los gemelos. "No te preocupes" respondió el padre, "tampoco ustedes no son una plaga pequeña...".
La parshá Vaieji, a pesar de ser la más corta del libro Bereshit, está llena de enseñanzas y relatos. Una de estas historias (un relato que a veces pasa inadvertido) es la historia de la Bendición de los hijos de Iosef y el adelantamiento de Efraim sobe Menashe, aunque era el más joven. Iosef HaTzadik intenta explicarle a su adulto padre con dificultades visuales, Iaakov, que Menashe es el primogénito y por ello la mano derecha de Iaakov debe estar sobre la cabeza de Menashe. Iaakov responde con simpleza: "Lo sé, hijo, lo sé. También él será un pueblo y también crecerá, pero su hermano pequeño crecerá más que él y su descendencia colmará a las naciones". (Bereshit 48:19).
En una observación superficial, el relato es muy simple. Iaakov observa a la distancia y ve el futuro brillante de Efraim, mientras que su hijo Iosef percibe solo el tiempo presente, y él no está enterado de lo que sucede en los mundos superiores y en las almas de sus dos hijos. Por ello, con sinceridad y de acuerdo a sus ideas, trata de retirar la mano derecha de su padre de sobre la cabeza de Efraim y llevarla sobre la cabeza de Menashe.
Pero cuando consideramos un instante, veremos que esta historia nos dice: "Profundizame". Iosef HaTzadik no es un hombre común y corriente. Es el vice-emperador de Egipto, y llegó a este lugar tan honorable, ¡solamente como consecuencia de su visión a la distancia! El representa el modelo del ser humano que observa a lo lejos, ve el futuro estando en el presente y se prepara de forma acorde. ¡Ahora venimos a decir, que de pronto el perdió su poder, y de repente cayó de su categoría espiritual y se transformó en una persona simple, como uno de nosotros! Esto es algo difícil de aceptar y digerir. ¿En verdad, qué está sucediendo aquí? ¿Cuál es la profundidad del diálogo entre Iaakov y Iosef? ¿Qué argumenta internamente Iosef y qué le responde Iaakov? Y tal como se comprende, ¿cómo nos lleva todo esto hacia la Redención?
En la Torá del Rebe de Lubavitch, encontramos para esto, una explicación fantástica y maravillosa. Como es sabido, el nombre de cada cosa revela su esencia. Esto es aplicable también con respecto a las personas. El nombre de la persona nos muestra y enseña sobre su esencia interior y el estilo de su vida (Tal como estudiamos sobre Rabí Meir que era muy preciso describiendo el contenido interior de los nombres de los hombres en el Tratado de Ioma 93:B). Los nombres, Efraim y Menashe, estos mismos con los que Iosef nombró a sus hijos, representan y expresan el sentimiento que le provocó a él su descenso a Egipto.
Menashe proviene de "Pues me elevó Di-s sobre todas mis penas y la casa de mi padre" (Bereshit 41:51). Esto le recuerda a Iosef que se encuentra en un lugar extraño y ajeno, un lugar que le causa olvidar la casa de su padre y le despierta un anhelo y deseo interior de fortalecerse como un judío también estando en el extranjero, ¡en Egipto, el lugar más inmoral de la tierra!
Efraim en oposición a esto, simboliza un modelo totalmente diferente: "Pues me fructificó Di-s en la tierra de mi opresión", él representa el florecimiento y el tremendo crecimiento al que Iosef llegó durante su estadía en Egipto. ¡De un siervo hebreo abandonado al ser el hombre número dos del imperio más grande de la tierra!
En un ámbito espiritual, estos nombres representan el enfrentamiento con las dificultades del exilio y de la vida. La situación ideal, la correcta para un judío es, que el mundo siente que es un hijo del Santo Bendito Sea Él y que observan que es parte del pueblo elegido.
Pero en el tiempo del exilio no siempre la situación es...
Siendo así, el judío tiene dos caminos para medirse ante el desafío: Un camino es, saber que el estado actual no es el estado óptimo, esforzarse todo lo que pueda para no ser influenciado por el mundo y mantenerse fuerte en el camino de la Torá y las Mitzvot e intentar sobrevivir. Frente a esto, el segundo camino es esforzarse en iluminar a la oscuridad del exilio, este estado negativo, con la luz de la Santidad y la difusión de la verdad, hasta que justamente en un estado de exilio oscuro se cumpla el versículo "Pues me fructificó Di-s en la tierra de mi opresión, que exactamente aquí y ahora, el judío llega a una elevación mayor de la que se encontraba antes.
Menashe representa la primera reacción y en cambio Efraim, la segunda. A la luz de las cosas, se entiende el enfoque de Iaakov de anticipar a Efraim por sobre Menashe. A pesar, de qué este último es el primogénito, pero "la ventaja de la luz que proviene de la oscuridad y la inteligencia de la tontería" la tiene justamente Efraim.
Iosef HaTzadik es consciente de estos conceptos, también sabe que la finalidad del exilio es aumentar la luz de la Santidad, y además comprende y acepta que todo descenso es en verdad, solo el inicio de una ascenso sin igual. Sino que él argumenta, que en la práctica y reveladamente, "tajles", debe haber un "Menashe" para después existir un "Efraim". Es imposible olvidar el pasado, es imposible desentenderse de la "casa de mi padre", pues quien no tiene pasado tampoco tiene futuro...
En otras palabras pero en la misma línea, Efraim simboliza el concepto de "hacer el bien" mientras que Menashe representa el "apartarse del mal". Sin embargo, el objetivo de la Creación es "hacer el bien", aumentar la luz de la Santidad y llegar a categorías nuevas y elevadas. De todas formas, primero y principal, recae la responsabilidad sobre el judío de entender y ocuparse del "apartarse del mal".
Iosef se enfoca sobre el hecho, que la Providencia Divina "se encargó" que Menashe nazca antes que Efraim por un motivo entendible. Es imposible aumentar en "luz" cuando estas metido en la "oscuridad", es imposible traer la Redención cuando tu eres parte y provocas el exilio! El camino para llegar a Efraim pasa a través del sendero de "Menashe, el primogénito". El diálogo entre ellos es, al fin y al cabo, sobre como enfocarse. Mientras que Iosef quiere ubicarse en el pasado y en el presente, Iaakov simboliza la mirada hacia adelante y el enfoque positivo, en ascenso, con su objetivo cumplido, la Redención!
Con respecto a nosotros, debemos aprender de Iaakov y de Iosef, también de los dos juntos. Debemos saber que tenemos una finalidad de luz, "traer los días del Mashíaj" y junto a esto, es imposible lograrlo si no nos apartamos del mal, sin una conciencia de registro de la oscuridad. Pero el enfoque y el énfasis deben estar justamente sobre la Redención!
Y culminemos con un cuento jasídico famoso sobre la necesidad de estar consciente sobre la oscuridad y no desentenderse de esto: En un farbrenguen jasídico que se encontraba Rabí Hilel de Paritch, de pronto se apagó la luz. Uno de los presentes sostuvo y dijo que "esperemos unos instantes y nos acostumbraremos a la oscuridad y podremos continuar con la reunión jasídica". Le contestó Rabí Hilel: "Esto constituye todo el problema, que nosotros nos acostumbramos a la oscuridad".
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