1. Rosh Jodesh Sivan
marca el día en que los hijos de Israel llegaron al Midbar Sinai,
el desierto de Sinai. Esta ubicación fue elegida por Di-s como el lugar apropiado
para la entrega de la Torá y, por lo tanto, inmediatamente después de llegar,
Moshe comenzó a prepararlos para recibir la Torá. Esta misma conexión entre el
lugar (Midbar Sinai) y el evento también se expresa en el hecho de que
la parshá Bamidbar se lee siempre antes de Shavuot.
Hay dos razones para
explicar la causa por la cual, la parshá Bamidbar siempre
se lee antes de Shavuot y que el desierto sea el lugar
apropiado para la entrega de la Torá. En primer lugar, un Midbar (desierto)
no tiene dueño. Incluso un dominio público tiene propietarios, solo que todos
lo poseen por igual. En contraste, un desierto no tiene dueño alguno. Por lo
tanto, la Torá se entregó en un desierto, para enseñarnos que quien quiera
recibir la Torá es libre de hacerlo.
Una segunda razón está
relacionada con las maldiciones de la parshá Bejukotai que
es la anterior a Bamidbar. La Guemará (Meguilá 31B)
dice que, dado que se considera que Shavuot es como el
comienzo del año, Ezra estableció que estas maldiciones se
leyeran antes de Shavuot, "para terminar el año y sus
maldiciones y que comience el año con sus bendiciones". Según esta
razón, se lee la parshá Bamidbar antes de Shavuot para
proporcionar una separación entre las maldiciones y Shavuot.
Ambas razones requieren
explicación. De acuerdo con la primera razón, la Torá fue entregada en un
desierto para enfatizar que ella no tiene propietario y que todos tienen igual
acceso a ella. Sin embargo, ¡la Torá fue dada exclusivamente al pueblo judío!
Parecería más apropiado que se diera en un lugar privado, o al menos en un
lugar público que estuviera en posesión comunitaria de todos los judíos.
En la segunda razón, la
conexión principal es entre Shavuot y las parshiot Behar Bejukotai (que
este año se leen juntas), y en cambio la ubicación de la parshá
Bamidbar es solo incidental. Sin embargo, la parshiot
Behar Bejukotai comienza a hablar sobre el Har Sinai (Monte
de Sinai) en lugar del Midbar Sinai (Desierto de
Sinai) Dado que es importante saber que la Torá se entregó en un desierto,
¿por qué las parshiot Behar Bejukotai no comienzan con la
mención del desierto de Sinai en lugar del monte de Sinai?
Esto puede explicarse
analizando primero las palabras del principio del quinto capítulo de Pirkei
Avot (que leemos en este Shabat): "El mundo fue creado por
medio de diez expresiones Divinas. ¿Qué viene a enseñarnos esto, porque, de
hecho, podría haber sido creado por una sola expresión? Pero fue así, para
cobrarse a los malvados que destruyen el mundo que fue creado mediante diez
expresiones y para otorgar amplia recompensa a los justos que sostienen el
mundo que fue creado mediante diez expresiones".
Una pregunta muy
conocida sobre esta Mishná es que, si el mundo podría haber
sido creado con una sola expresión, por lo tanto, solo “vale”, por así decirlo,
una sola expresión. ¿Por qué los malvados merecen más castigo (y los justos más
recompensa) si el mundo en realidad solo “vale” una expresión?
La explicación es que
hay dos dimensiones en la forma en que Di-s creó el mundo: Una que se llama
"una sola expresión" y la otra llamada "diez
expresiones". Antes de que existiera una diferenciación entre los
distintos tipos de creaciones, Di-s creó una existencia sin formas (metziut haiesh).
Solo más tarde, este iesh se formó en el universo tal como lo
conocemos ahora. El primer acto de crear el iesh se realizó a
través de "una sola expresión". El proceso creativo que
produjo todos los tipos individuales de creaciones se conoce como las
"diez expresiones".
Una diferencia entre
estas dos dimensiones es que a través de las "diez expresiones",
se les atribuye importancia a todas las creaciones particulares. El énfasis
está en la Creación misma. Sin embargo, en el nivel de "una sola
expresión", la Creación tiene una importancia relativamente pequeña.
La principal revelación es la Divinidad.
Estos mismos dos
niveles de revelación se reflejan en la Torá, como se expresa en el
versículo: "Di-s habló una cosa, dos escuché yo" (Tehilim
62:12). "Una" se refiere a la dimensión de la Torá que está
unida a Di-s y más elevada que el mundo, similar al nivel de "una sola
expresión". "Dos" se refiere al nivel de la Torá que
se inserta en los asuntos mundanos, similar a las "diez expresiones".
En términos prácticos, el primer nivel corresponde a la bendición que
hacemos sobre la Torá, que resalta cómo la Torá está conectada a Di-s. El
segundo nivel que está conectado con el mundo encuentra expresión en las
leyes de la Torá, que trata sobre los asuntos mundanos.
Podemos expresarlo en
términos más generales. El primer nivel (de la Creación y de la Torá)
representa una revelación de Divinidad y la consiguiente anulación del
universo. Este es el concepto de halaá (elevación) "desde
abajo hacia arriba". El segundo nivel representa el concepto de hamshajá (atracción
y descarga) "desde arriba hacia abajo" para penetrar en el universo
con Divinidad.
Cada uno de estos dos
tipos de revelaciones tiene una ventaja sobre el otro. A través de las "diez
expresiones", que es la atracción y descarga de Divinidad, el universo
se impregna de ella. Sin embargo, es solo un nivel bajo de Divinidad, uno que
el universo puede soportar. La revelación de la "una sola expresión"
es mucho más elevada, pero, por esta razón, no afecta al universo.
Estos dos tipos de
revelación se mencionan en las secciones de la Torá, Behar y Bejukotai,
y en particular se reflejan en sus nombres. Entre los diversos tipos de
materia inorgánica, una montaña (Behar) es una creación que tiene algo
de similar a la materia orgánica (ya que más tierra cae sobre ella y
"crece", por así decirlo). Esto representa el crecimiento y la
adaptación característicos del universo, "diez expresiones". Bejukotai,
por otro lado, proviene de la palabra Jakiká "grabado".
A diferencia de las letras que están escritas con tinta sobre papel, las letras
grabadas no tienen existencia independiente de la roca en la que están
grabadas. Esta anulación de las letras corresponde a la anulación del universo
que corresponde a la revelación de "una sola expresión".
La revelación final es
cuando ambas ventajas están presentes. Esta es la idea de la expresión Dirá
BaTajtonim ("morada en los planos inferiores") que
representa al objetivo de la Creación. La palabra Dirá (vivienda) indica
una revelación de la esencia de Di-s, mientras que la palabra BaTajtonim enfatiza
a los mundos inferiores. Tener a ambos juntos indica que esta elevada revelación
tiene la capacidad de penetrar en los mundos inferiores.
La forma de combinar
ambas revelaciones Divinas es a través de una revelación que es superadora de
ambas. Esta tercera revelación corresponde al nivel de Midbar (desierto).
La razón de esto es porque un desierto no es apto para el alojamiento humano.
Esto se puede tomar de manera negativa, es decir, porque es tan bajo que no es
adecuado para los humanos. O también se puede ver con una mirada positiva, es
decir, el desierto es algo que trasciende cualquier cosa que un ser humano
pueda alcanzar.
De acuerdo a lo
estudiado, podemos responder a las dos preguntas que originalmente formulamos. La
parshá Behar no comienza con la mención del desierto porque
nos enseña sobre las "diez expresiones" que están en el nivel
del mundo. Por el contrario, subraya el significado de la existencia mundana y
por lo tanto, menciona una montaña (Sinai) que es lo opuesto a la anulación de
la existencia frente a la Divinidad. En cambio, la parshá Bejukotai pone
el énfasis en el otro extremo, la anulación de la existencia, como se
mencionó anteriormente. Después de tratar con ambos extremos, la Torá nos trae
a la parshá Bamidbar, que es más elevada que estos dos
extremos y, por lo tanto, tiene la capacidad de combinar a ambos.
Esto también explica la
razón por la cual, la Torá se entregó en un desierto y no en un lugar que es
propiedad de un pueblo. Un lugar de propiedad comunitaria corresponde al nivel
de Torá que está al alcance del pueblo judío ("diez expresiones").
La Torá se entregó en un desierto para aludir a la dimensión superior de la
Torá que está completamente fuera del alcance humano. De esta manera, recibimos
la dimensión de la Torá que está completamente unida con Di-s. Esto se logrará
completamente en los días de Mashíaj, cuando (Di-s dijo): "Torá Jadashá
Meití Tetzé", "Una nueva Torá saldrá de Mí" (Ieshaiahu 51:4).
La palabra Meití ("de Mí") se refiere a la
Torá, ya que está completamente unida con Di-s. Sin embargo, este nivel "saldrá"
al nivel de cada individuo.
2. La preparación para
la entrega de la Torá fue la unificación del pueblo judío en el desierto del
Sinai. A esto se alude en el versículo: "Vaijan Sham Israel"
("e Israel acampó allí"), donde la palabra Vaijan está
en lenguaje singular ("e Israel acampó"). Esto
indica que todos los judíos se fusionaron en una sola persona. El camino para
alcanzar este nivel de unidad y de Ahavat Israel (amor
al prójimo) es a través del bitul (auto-anulación). Solo a
través de bitul es posible evitar la lucha y lograr el
verdadero Ahavat Israel.
Por otro lado, vemos
que la recepción de la Torá también está conectada en cierta medida con que la
persona sienta su propia existencia. Él debe aprender la Torá en una medida de
entendimiento completo, llevando la Torá al nivel de su propio intelecto. Por
lo tanto, volvemos a ver los dos niveles estudiados, el de las "diez
expresiones" (conectados con un sentimiento de importancia de la
existencia individual), y el nivel de "una sola expresión"
(conectado con el bitul de toda la existencia).
Los dos mismos niveles
también se encuentran de manifiesto en la parshá Bamidbar.
Por un lado, un desierto que simboliza la anulación de la existencia, como se
explicó anteriormente. Por otro lado, la parshá Bamidbar contiene
el censo del pueblo judío, que subraya la importancia de la existencia de cada
individuo.
Estos dos extremos
también se alinean a las dos razones por las que leemos la parshá Bamidbar antes
de Shavuot. La primera razón, (que relaciona la entrega de la Torá
a una ubicación sin propietario), corresponde a la idea de bitul,
como se explicó anteriormente. La segunda razón, (para interrumpir entre las
maldiciones y la entrega de la Torá), corresponde a la importancia de la
existencia individual. Esto se debe a que Di-s quiere que tengamos el caudal
completo de todas las bendiciones, principalmente las bendiciones que nos
permiten llenar el mundo con Divinidad y traer la Redención. Esto subraya la
importancia del servicio Divino de cada individuo.
Esto también está
relacionado con las dos directivas prácticas que surgen de este farbrenguen.
En primer lugar, este es un momento propicio para reunir a más y más personas
en Shabat. Si esta es una actividad vital en cada Shabat, ¡cuánto más en el
Shabat que se bendice el mes que contiene a Shavuot! En segundo
lugar, debe publicitarse en todas los lugares posibles la necesidad de llevar a
todos los niños judíos, incluso a los bebés más pequeños, a la lectura de los
Diez Mandamientos en Shavuot.
Aquí nuevamente
encontramos la expresión de la unidad de estos dos extremos o niveles opuestos.
La reunión de judíos en Shabat y la inclusión de incluso los niños más pequeños
en la lectura de los Diez Mandamientos enfatizan la unidad y el bitul (auto-anulación) de
todos los judíos. Al mismo tiempo, enfatiza el otro extremo, ya que cada judío
es tan importante que cada individuo debe ser incluido y debe recibir la Torá
en su propio nivel.
Que sea la voluntad de
Di-s que nuestras buenas decisiones para aumentar la unidad judía produzcan la
Redención de inmediato, para que podamos celebrar Shavuot de
la manera más completa, en el Beit HaMikdash en Jerusalén, de
inmediato.
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