Ambas personalidades demuestran la forma en que un judío no está restringido por los límites del entorno mundano en el que vive. Esto se refleja en la narrativa del principio de la parshá que describe a Iosef "como faraón", es decir, el mismo nivel de poder del gobernante de todo el mundo civilizado. En este mismo pasaje de la Torá, también podemos apreciar el poder de Iehuda. Porque aunque Iosef era el gobernante de la tierra, Iehuda se le acercó sin dudarlo, sin pedir permiso, ignorando totalmente las normas del protocolo de la corte.
Cuando miramos más de cerca, se puede hacer una distinción entre los dos. La posición de Iosef le fue otorgada por el faraón. Esto implica un grado de respeto por la autoridad de Faraón, es decir, un reconocimiento del poder del orden natural. Iehuda, en contraste, al acercarse a Iosef como lo hizo, refleja cómo se negó a reconocer esos límites por completo. Como tal, demostró el verdadero poder infinito que posee un judío, un poder que no puede ser limitado por ninguna restricción.
La diferencia entre los enfoques espirituales representados por Iosef y Iehuda y la relevancia de estas dos posturas de dedicación a Di-s en nuestra vida actual se puede aclarar analizando la explicación de los sabios sobre el versículo de Meguilá Ester: "Así lo estableció el rey ... que se haga la voluntad de cada hombre y hombre”. En el original hebreo, la última parte del versículo dice ish veish -"hombre y hombre” y aquí nuestros sabios perciben una alusión a Mordejai y Hamán. Es decir, cuando Ajashverosh estaba preparando su banquete, deseaba satisfacer los deseos de ambos.
Entre nuestros sabios hay dos opiniones con respecto al éxito de la iniciativa del emperador: Una opinión sostiene que dado que Mordejai y Hamán representan dos enfoques diametralmente opuestos a la vida, es imposible que sus divergentes voluntades se satisfagan simultáneamente. Una segunda opinión admite que si bien en la actualidad es imposible conciliar estos dos enfoques polares; en el nuevo orden mundial de la Era de la Redención, sin embargo, esto será posible.
¿Qué significa esta analogía? Ajashverosh, como enseñan los sabios, es un "remez" una insinuación sobre Di-s; la fiesta representa nuestro mundo y en un sentido profundo, el cumplimiento de su propósito, la Redención. Mordejai representa un enfoque judío de la vida, mientras que Hamán representa lo contrario, los desafíos que el mundo material plantea a la práctica judía.
De acuerdo con la primera de las explicaciones de nuestros sabios, el deseo de Di-s de hacer que la fiesta satisfaga los deseos de Hamán y Mordejai se refiere a la libre elección que se nos otorga. Citando a Maimónides: "El libre albedrío se concede a todos los hombres. Si uno desea volverse hacia el camino del bien ... la elección es suya ... El hombre puede por iniciativa propia ... conocer el bien y el mal y hacer lo que desea ... No hay nadie que lo obligue, decrete su destino, o lo lleve a cualquiera de estos caminos".
Así, en este nivel, nos enfrentamos a una elección; la participación e involucramiento en el mundo material parecería ser contraria al estudio de la Torá y al cumplimiento de sus mandamientos. Sin embargo, un judío tiene el potencial de seguir el ejemplo de Mordejai, quien "no dobla la rodilla ni se inclina". A pesar de las presiones del entorno material en el que todos vivimos, el judío puede mantener firme las tareas de una vida de Torá y mitzvot. Además, como Iosef, puede llegar a una posición de poder sin comprometer su integridad espiritual en absoluto.
Sin embargo, tal enfoque no niega las limitaciones que presenta el mundo material. Por el contrario, en este nivel, aunque un judío no está controlado por los aspectos materiales de su entorno, todavía está influenciado por ellos. De hecho, la Torá misma enseña que "La ley de la tierra es obligatoria"; es decir, el clima fundamental de toda la existencia es material, y los esfuerzos espirituales de un judío se llevan a cabo en este contexto.
Sin embargo, la segunda de las explicaciones de nuestros sabios abre una perspectiva diferente: Que la Era de la Redención se adaptará a los dos impulsos contrarios de Mordejai (las tareas espirituales del judío en este mundo) y Hamán (este mundo como una barrera para el cumplimiento de estas tareas).
Maimónides concluye su evaluación de esta era con el versículo: "El mundo se llenará con el conocimiento de Di-s, tal como las aguas cubren el lecho marino". Al citar este versículo como prueba, Maimónides destaca la manera en que la Divinidad permeará el mundo en dicha época. Entendamos el ejemplo: En contraste con las criaturas que viven en la tierra seca, la multitud de criaturas que habitan en el océano no se pueden distinguir fácilmente como entidades independientes. Al mirar el océano, es el océano en su conjunto y no estos seres particulares lo que percibimos. De manera similar, en la Era de la Redención, aunque el mundo material continuará existiendo, sus limitaciones no serán evidentes, ya que estarán impregnadas de Divinidad.
Tenemos el potencial de "vivir con la Redención", de experimentar un anticipo de esta era, en la actualidad. De esta manera, uno puede "satisfacer los deseos tanto de Hamán como de Mordejai": uno puede vivir en el mundo material (el deseo de Hamán) y, sin embargo, apreciar la naturaleza espiritual de la realidad material, al darse cuenta de que, de hecho, no está separada de la Divinidad. Y esta plenitud es la máxima expresión del servicio espiritual simbolizado por Mordejai.
Para aclarar esta idea: La Era de la Redención se describe como “el día que es totalmente Shabat y descanso para la vida eterna”. Del mismo modo, Shabat es definido como “un microcosmos del mundo venidero”. Y de hecho, vemos una fusión de la existencia material y la espiritualidad en el día Sábado. Se nos ordena que lo celebremos con placer físico, pero el estado de ánimo que prevalece en el día es espiritual.
Nuestros sabios afirman que un erudito de la Torá se llama "Shabat". Esto implica que él extiende la fusión de materialidad y espiritualidad experimentada en Shabat en los días de semana ordinarios, viviendo su vida en conexión constante con la Divinidad.
Este es el enfoque de Iehuda, que no está del todo confinado por las limitaciones de la existencia material. De manera similar, nuestros sabios describen a un iehudí (judío), como "uno que rechaza la adoración de dioses extraños". En el original hebreo, idolatría es avodá zará (lit., "servicio extraño"). En un sentido amplio, esto se refiere no sólo a la idolatría pura y simple, sino también a cualquier “culto que le es ajeno a él” como judío. Esto incluye no solo las actividades prohibidas, sino incluso cualquier motivación que no esté dirigida hacia propósitos Divinos. Para un judío, entonces, ya que él es "el que rechaza la adoración de dioses extraños", incluso sus actividades mundanas y aparentemente neutrales se dirigen a un propósito espiritual. Como enseñaron nuestros sabios: "Todas tus obras deben ser por el bien del cielo". Y está igualmente escrito, "Conócelo en todos tus caminos".
En este camino, uno puede anticipar la Redención y disfrutar de un anticipo de ella ahora. De hecho, el potencial para "vivir con la Redención" de esta forma, es mucho mayor en la actualidad que en tiempos anteriores, porque todas las tareas espirituales que Di-s ha exigido a los judíos se han completado. Citando al Rebe anterior, “Incluso hemos lustrado los botones y estamos preparados para dar la bienvenida al Mashíaj”. La fiesta de la Redención está preparada, estamos sentados a la mesa junto con el Mashíaj. Todo lo que se necesita ahora es que cada uno de nosotros abra los ojos.
Y esto se puede ver en el mundo de hoy en día: Muchos gobiernos han adoptado valores de libertad y tolerancia; los regímenes que han desafiado estos valores se han derrumbado; Las normas de comunicación e intercambio se han generalizado. En contraste con la persecución y la opresión que nuestro pueblo ha sufrido en años anteriores, las naciones del mundo están dando a los judíos una libertad completa, incluso una asistencia activa, en la observancia de la Torá y sus mitzvot.
En ese momento, es más fácil que nunca, lograr esta postura de firmeza espiritual descripta anteriormente. El mundo ya se ha refinado hasta el punto, de que a nuestro alrededor vemos personas receptivas, que anteriormente no estaban conectadas con el judaísmo y que ahora pueden y desean poder apreciar e interiorizar la verdad. Es como si el mundo le estuviera pidiendo a un judío que produzca un estado de Redención dentro de su propia vida.
Además, "vivir con la Redención" de esta manera ayudará a que la Redención sea una realidad concreta. Nuestros sabios explican que, en contraste con los otros seres vivos que fueron creados en cantidad, el hombre fue creado solo. ¿Por qué? - Para que cada individuo diga: "El mundo fue creado para mí" y, por lo tanto, aprecie que su conducta pueda afectar la totalidad de la existencia. Por lo tanto, la llegada de la Redención depende de cada individuo. En pocas palabras, si la gente abriera los ojos, como se dijo anteriormente, la puerta se abriría y Mashíaj entraría.
Cada individuo debe darse cuenta de que es capaz de esto, de reorientarse a sí mismo y de dar un paso determinado en la dirección de teshuvá, que significa "retorno", ya que, como se explicó anteriormente, cada judío es un iehudí. Y es a través de la revelación de este potencial distintivamente judío, que cada uno de nosotros y todos juntos podremos acelerar la llegada del descendiente de la Casa de Iehuda, el Mashíaj. Además, hay un fenómeno que está sucediendo que es una cosa maravillosa, que se está haciendo despertar en el judío, muchas veces en el último tiempo, la exigencia de hacer todo lo que depende de él, no sólo en cuestiones preparatorias a la Redención, sino en temas de la Redención misma y en la plenitud de la Redención, que la Redención se atraiga y descargue hasta que sea reconocida abajo, dentro de la materialidad del mundo y hasta en el nivel mas burdo del mundo! Que vivamos la llegada del Mashíaj ya mismo, de inmediato, realmente!
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