le dijo que lo espere dos meses y él mismo sabrá la respuesta. Luego de esta conversación fue Rabí Ionatan al mercado y compró setenta y un gallos y los llevó al palacio. Convocó a los setenta ministros del rey, les entregó un gallo a cada uno y les dijo que los lleven a sus casas y que los alimenten muy bien durante dos meses para que crezcan fuertes y carnosos y luego los traigan de nuevo al palacio. Rabí Ionatan se llevó el gallo número 71, pero no la alimentaba lo suficiente y finalmente quedó pequeño y delgado. Pasaron los dos meses y cada uno de los setenta ministros trajeron sus gallos grandes y carnosos a una habitación del palacio real y Rabí Ionatan trajo el suyo, delgado y débil. Cuando las gallos grandes y carnosos se observaron entre ellos, comenzaron a enfrentarse unos con otros, el gallo de Rabí Ionatan por temor, se escondió tras un hogar a leña. Los gallos de los ministros, en plena lucha, comenzaron a producirse heridas sangrantes hasta matarse unos a otros. Solo cuando la lucha terminó, el gallo débil de Rabí Ionatan vio que el resto de los gallos estaban muertos y no había de que temer, entonces salió de su escondite. Todos los ministros del rey, vieron la escena y rieron con gran fuerza. Rabí Ionatan les explicó: "Así será cuando venga el Mashíaj, las naciones se enfrentarán unas con otras eliminándose, al final aparecerá el Mashíaj y vencerá".
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