distinguió especialmente en la virtud de bondad, como esta dicho sobre él (Ieshaia 41:8): “Abraham mi amado”. Él hacía bondades de una forma maravillosa. Pero las bondades pueden derivar de dos causas: hay personas que hacen bondades con sus compañeros dentro de un sentimiento de grandeza – él se siente rico y grande, y por el sentimiento de grandeza quiere conceder bondades a la generalidad. Y hay quienes las bondades vienen justamente por un sentimiento de humildad y bajeza - dentro de este sentimiento quiere la persona conceder bondades a los otros, ya que siente que son mas merecedores e importantes que él. La bondad por la grandeza puede desarrollarse también hacia direcciones negativas (bondad de Ishmael), cuyo objetivo es demostrar riqueza y grandeza. Mas que haber bondad para con el prójimo, existe aquí una auto glorificación. No así cuando la bondad es por humildad (bondad de Abraham), donde está completamente entregado al prójimo y se eleva por sobe las necesidades personales. La bondad de nuestro patriarca Abraham fluye de una gran humildad: “y yo soy polvo y ceniza”. Justamente por haberse sentido mas pequeño que todos, consideró al prójimo mas importante que él, por lo tanto dio bondad a todos. Él se entregó completamente al prójimo y a sí mismo dejó solo restos y lo mínimo indispensable. La bondad de Abraham es demostrada en poner en peligro su vida en una guerra contra poderosos reyes para liberar a su sobrino Lot. Inclusive sus necesidades espirituales dejó de lado por el prójimo: Cuando tres personas llegaron cerca de su casa, mientras estaba presenciando la revelación de la Presencia Divina, no dudó en desconectarse de dicha revelación para recibir a sus invitados (y de aquí aprendieron nuestros sabios de bendita memoria (Shabat 127.), que es mayor el recibir invitados que recibir a la Presencia Divina). Este punto de abnegación por el prójimo lo vemos en los dos preceptos que recibió como pago – el precepto de la vaca roja y el polvo de la sotá. La ley de la vaca roja es, que el cohen que purifica, cuyo todo su contenido es santidad, se impurifica, desciende de su nivel espiritual, para poder purificar a otra persona. También en el polvo de la sotá nosotros vemos abnegación – esta vez por parte de Di-s – quien ordenó borrar Su Santo Nombre en el agua, para lograr activar la paz entre marido y mujer.
Estos preceptos son el pago por la humildad de nuestro patriarca Abraham y nos enseñan a conducirnos de acuerdo a su atributo: ayudar a otra persona aún dejando de lado, nuestras necesidades materiales y espirituales, y hasta llegar a la abnegación!. El amor al prójimo, la entrega total, son factores desencadenantes de la inmediata llegada del Mashiaj.