Ir, avanzar, encontrarse siempre en un estado de tránsito, evolucionar, elevarse. Cuando analizamos la historia de Abraham, vemos que lejos de avanzar, le ocurrió a Abraham algo que aparentemente es opuesto al avance y el progreso: “y hubo hambruna en la tierra y Abraham descendió a Egipto”. Abraham se vio obligado a salir de la tierra de Israel y descender a Egipto a causa de una hambruna. Este descenso a Egipto también provocó que Sara sea secuestrada y llevada a la casa del Faraón. Y a pesar que en la práctica la protegió Di-s de cosas indeseables, el solo hecho de ser llevada a la casa del Faraón es un descenso y sufrimiento.
Por ende surge la pregunta: ¿Cómo puede ser que luego de recibir fuerzas Divinas para avanzar y elevarse se produzca lo contrario? Un ejemplo que puede explicar esto es la forma de estudio del Talmud de Babilonia. Es conocida la diferencia entre el Talmud de Jerusalem y el babilonio, en el Talmud de Jerusalem no hay muchos cuestionamientos o discusiones, sino que inmediatamente llegan a una conclusión y a establecer la ley. En contraposición a esto, el Talmud de Babilonia tiene muchas preguntas y controversias y solo después de mucho esfuerzo pueden clarificar la ley.
De todas formas, cuando existe una diferencia entre los dos Talmud, la ley es como el babilonio, ya que finalmente, por medio de las preguntas y debates llegamos a la profundidad de la ley. El debate, la controversia, la discusión, son en realidad parte de la verdad y la respuesta a encontrar la claridad de la ley.
Y así también el descenso de Abraham a Egipto: Observando superficial y rápidamente, es un descenso, un bajón, pero dando una mirada profunda al tema, también este descenso es parte del ascenso. El objetivo del descenso es llegar a un ascenso mucho mayor, y como ocurrió en acción – “y subió Abraham de Egipto... muy pesado con ganado, plata y oro”. Y así como con nuestro patriarca Abraham el descenso era parte del ascenso, es también una enseñanza para todas las generaciones, que también el galut (exilio), que se ve como un gran y tremendo descenso, tiene oculto internamente una gran elevación. Ya que justamente por su intermedio llegamos al tercer Templo, sobre el que está dicho (Jagai 2, 9): “Será mayor el honor de esta última Casa mas que la primera”.
Cuando nosotros reflexionamos sobre la situación del mundo en que vivimos y vemos que la oscuridad se intensifica y aumenta día a día, podemos perder la esperanza y preguntarnos a nosotros mismos: ¿Cómo podemos sobreponernos a esta oscuridad y alumbrar al mundo con la luz de la Torá?
La respuesta a esto se encuentra en el relato del descenso de nuestro patriarca Abraham a Egipto: solo a nivel superficial, esta situación es un descenso y lo opuesto a la bendición. En el interior de las cosas, puesto que Di-s dirige al mundo, también este descenso es parte del ascenso y también por su intermedio el mundo se eleva y se purifica (a pesar de que no vemos esto, y por el contrario). El objetivo de esta gran oscuridad es llegar a la gran luz de la completa redención prontamente en nuestros días con la llegada del Mashiaj.