respecto de la guerra de Gog y Magog y la llegada de Eliahu, "...nadie sabe como serán (estos acontecimientos) hasta que ocurran..". Todo lo que sabemos es que "la gloria de Di-s será revelada y toda carne verá junta, porque la boca de Di-s ha hablado" (Ieshaiahu 40). Hoy en día, solo podemos creer en Di-s porque no podemos verlo. No obstante, en los días del Mashiaj, la luz de Di-s se revelará tan claramente que toda carne la verá.
La enseñanza jasídica explica lo anterior al diferenciar entre ver y oír. La vista penetra en el alma. Lo que se ve es verdadero para el que lo ve y para otros; como a menudo insistimos: "Lo vi con mis propios ojos". Y se reacciona más emotivamente a la vista que al sonido. De hecho, es por esto que la vista puede aprehender solo cosas materiales, mientras que oír nos capacita para recibir también lo espiritual. Porque dado que la vista causa una repercusión tan profunda en nuestra alma, si estuviéramos capacitados para ver la realidad espiritual no seríamos capaces de sobrevivir la intensidad de la experiencia. Por lo tanto, ese medio de percepción nos está negado. Sólo podemos oír y entender verdades espirituales, sin su intensa confirmación mediante el poder de la vista. Esto explica por qué conocemos la realidad material de manera tan diferente de la realidad espiritual. Porque el hombre ve el mundo físico, lo acepta como evidente; no necesita prueba de su existencia. La Divinidad es invisible, en cambio y por eso su aceptación exige fe, meditación y argumentos intelectuales, e inclusive así, lo espiritual no es tan claro como lo físico. En los días por venir, nuestras percepciones se revertirán: la Divinidad será tan evidente como lo es lo físico ahora, mientras que lo físico requerirá ser probado. En los días del Mashiaj (cuando "toda carne verá"), lo único que será evidente y tangible será el poder Divino (la "gloria de Di-s) que todos percibiremos como la realidad que subyace a toda la existencia. En verdad, algo semejante ocurrió durante la entrega de la Torá en el Monte Sinaí: el pueblo judío "vio las voces" (Shemot 20), es decir, el sonido se volvió tan patente como la vista. Esta maravillosa revelación fue solo temporaria, porque el mundo todavía no estaba listo para ella. Pero cuando llegue el Mashiaj, esa realidad se tornará permanente. Porque en los milenios transcurridos desde la entrega de la Torá, muchas generaciones de judíos han purificado el universo mediante la Torá y las mitzvot, el mundo puede soportar ahora esa luz. Cuando llegue el momento, se alzará el velo del universo y toda la carne verá la revelación Divina.
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