Él respondió: “Era pequeño cuando falleció mi padre, solo recuerdo una vez cuando tenía cinco años, mi padre era el jazan en Rosh Hashaná y yo me escondí bajo su Talit. En la cumbre de su plegaria silenciosa,
lo escuché quebrarse y llorar como un niño. Mi padre decía: “ ¡Amo del universo!. ¡Envíanos de una buena vez al Mashiaj, hasta cuando se consumirán nuestras fuerzas en este oscuro exilio, no podemos más!
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