enorme grado de revelación Divina sin precedentes, era menester que el pueblo judío experimentara primero las privaciones del exilio egipcio. Esta redención de Egipto, entonces, significa algo más que apenas la liberación física y espiritual de la esclavitud. Es más profunda que el mero hecho de librarse del mortero y la argamasa cotidiana y superar esa sensación de esclavitud que persigue al cautivo años después de haber quebrado grillos y barrotes; su propósito máximo y definitivo era acceder a la percepción y el conocimiento consciente del Nombre, el grado de revelación de Di-s, de un nivel de excelencia llamado "Havaiá". Mientras este Nombre no fuera conocido por el pueblo judío, no podía haber auténtica libertad. ¿Qué conexión guardan la faceta Divina de Havaiá y el acto y efecto de liberación? La raíz hebrea de la palabra empleada para denominar a Egipto (mitzraim) se traduce como restricción y limitación (derivada del vocablo metzar). La restricción confinante no extiende su influencia sólo a las tierras oscuras del antagonismo a lo Divino. También en los océanos de la santidad se hace sentir su peso, a veces de forma casi aplastante. Todos los seres humanos son, por su naturaleza misma, inherentemente limitados, lo que significa que incluso cuando servimos de hecho a Di-s con todas nuestras fuerzas, aún no hemos trascendido por ello estas fronteras naturales.En un sentido más profundo, entonces, el éxodo personal de Egipto requiere que el hombre cruce más allá de sus limitaciones en las áreas vinculadas a su vida de santidad. Comprensiblemente, la persona no tiene la capacidad de lograrlo empleando exclusivamente sus fuerzas propias, dado que su limitación inherente se lo impide. Sólo anulando su voluntad y deseos propios a una fuente superior e ilimitada, a Di-s -convirtiéndose, de ese modo, en un receptáculo adecuado para la revelación Divina de Havaiá, revelación que transporta a la persona allende toda limitación- puede uno salir de su propio "Egipto".
Esto encierra una lección eterna para el judío, en todas las épocas y en todos los lugares: El individuo puede lograr un estado personal de redención espiritual incluso antes de ser testigo de la redención de toda la nación. Y dada esa posibilidad, precisará de alguna herramienta que le permita disipar la duda: ¿ha logrado ya su redención espiritual personal, o todavía se encuentra atado a las cadenas del exilio espiritual? La persona podría pensar que una vez que ha vencido su inclinación al mal y se dedica plenamente al estudio de la Torá y al cumplimiento de mitzvot y hasta su actividad mundana sigue el norte de "en aras del Cielo", indudablemente ha logrado un estado de redención. Nos informa el versículo, por lo tanto, que uno puede haber logrado incluso el estado espiritual de los Patriarcas -sirve a Di-s con una devoción absoluta a la Torá, la plegaria y los actos de bien- pero mientras el Nombre Havaiá no ilumine su vida, debe recorrer todavía un poco de camino para salir de su Egipto y lograr verdadera redención. ¿Cómo reconoce el hombre si ha merecido la revelación de Havaiá? Rashi lo responde explicando que los Patriarcas no merecieron esta revelación por una sencilla razón: porque "El no Se hizo conocer a ellos con Su atributo ilimitado de Verdad". ¿Qué significa esto? La verdad no está sujeta a ninguna suerte de cambios. Así, el Talmud Ierushalmi declara que "el sello de Di-s es emet - verdad". La palabra hebrea emet se compone de tres letras: alef, mem y tav, primera, intermedia y última del alfabeto hebreo. Esto indica que cuando una cosa es verdad, no variará desde su principio, cruzando su medio, y llegando a su conclusión. Este, entonces, es el criterio que permite determinar si una persona ha dejado atrás realmente todas las limitaciones y restricciones espirituales: Si el modo de su servicio a Di-s desafía el cambio -es decir, su estudio de Torá, su plegaria, y su cumplimiento de mitzvot e involucramiento con las cuestiones permitidas se realizan, bajo cualquier circunstancia, sin altibajos y con total anulación y sometimiento a la voluntad Di-s- puede tener la certeza de que ha logrado un genuino estado de redención espiritual. Havaiá se revela dentro de él, pues su servicio evidencia la impronta de la Verdad invariable.