de acuerdo con los dictados de la Torá, cuando se hallaba en alguna casa "tzaraat", una mancha en la pared del estilo que aparecía en la piel de un metzorá, se demolían las paredes de la misma, revelando así los enormes tesoros allí ocultos. Fue, por lo tanto, la plaga de "tzaraat" por si misma, la que llevó al descubrimiento de inestimables riquezas para los habitantes de las viviendas. De manera similar, cuando el Mashíaj llegue ya mismo, veremos que la destrucción del Primer y del Segundo Beit HaMikdash (Gran templo de Jerusalem) y todos los sufrimientos del exilio tenían como único propósito revelar un bien superior – el establecimiento del Tercer Beit HaMikdash, que existirá por siempre.
(De las enseñanzas del Rebe de Lubavitch)
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