El Talmud explica que "Iaakov deseó dar a conocer a sus hijos 'el fin de los días' (ketz haiamín, el momento de la redención completa y final a través del Mashíaj), tras lo cual la Presencia Divina se apartó de él". Esto sugiere una pregunta obvia: ¿Por qué deseó Iaakov hacer semejante cosa? ¿Qué hubiera logrado tal conocimiento? Por el contrario, si los hijos de Israel hubieran conocido la fecha de la venida del Mashíaj, ¿esto no hubiera tenido un efecto por demás adverso sobre su espíritu? ¿No hubiera resultado en extremo desesperante saber que la redención estaba a más de 3500 años de distancia en el tiempo?
En el "Cántico del Mar" (el salmo de alabanza que el pueblo de Israel entonó en la ribera del Iam Suf luego de su salvación de los ejércitos del Faraón) hay un versículo que dice: "Tráelos y plántalos sobre la montaña de Tu heredad, la base para Tu morada que Tú, Di-s, has hecho; el Santuario, Señor, que Tus Manos han establecido".El Zohar explica que de haber sido nosotros dignos, Di-s Mismo nos hubiera llevado a la Tierra Santa y El Mismo hubiera construido el Beit HaMikdash (Gran Templo) en Jerusalem, haciendo de estos actos eternos e inalterables.En otras palabras, nuestro éxodo de Egipto hubiera constituido la redención definitiva.Fue sólo a causa de una serie de fracasos de nuestra parte (incluyendo el pecado del Becerro de Oro y el de los Espías) que nuestra entrada a la Tierra de Israel y la construcción del Beit HaMikdash se lograron por medios humanos y fueron tan mortales y vulnerables a la corrupción como sus autores.Así, todavía esperamos el día en que Di-s Mismo nos reunirá desde los confines de la Tierra y reconstruirá el Beit HaMikdash, haciendo manifiesta Su presencia en nuestras vidas de manera invencible y eterna.Era este "fin" el que Iaakov deseó dar a conocer.De haber sabido nosotros que el éxodo de Egipto (que fue pre-ordenado en el pacto de Abraham con Di-s) estaba destinado a ser la redención definitiva y final, nos hubiéramos visto impulsados a aferrarnos al momento y asegurar que su pleno potencial realmente se concretara.No obstante, Di-s impidió que Iaakov revelara esto a sus hijos. El "fin de los días" debía permanecer en el misterio, sin importar cómo su revelación podría estimular nuestros esfuerzos de perfeccionar el mundo y prepararlo para la redención.Pues para que el hombre participe verdaderamente en la perfección de la Creación, es crucial que el plazo de tiempo para la llegada de la era mesiánica le sea desconocido.Como dijimos arriba, la redención final es un acto Divino, inequívoco y eterno; de modo que si el hombre ha de jugar un papel significativo en producirlo, es mediante actos que ellos mismos son inequívocos y eternos.En consecuencia, el estado de galut en que nos encontramos; un estado de exilio espiritual y físico, un estado en el que la mano orientadora de Di-s en la historia está oculta y nuestras vidas parecen abandonadas al azar y el capricho.Cuando la persona retiene su integridad y lealtad a su Creador incluso bajo semejantes condiciones, está manifestando un compromiso "eterno", un compromiso inamovible por equivocaciones de tiempo y lugar.Así, el galut no es solamente algo de lo que necesitamos ser redimidos, sino también la condición que permite nuestra participación significativa en el proceso de redención.Y galut significa estar en la oscuridad: habitar un mundo en el que una membrana de corporeidad oscurece su rico contenido espiritual; un mundo ajeno a su propio avance constante hacia la perfección armoniosa.Sólo bajo tales condiciones nuestros actos positivos están investidos con la eternidad que categoriza lo mesiánico; si hubiéramos estado informados del "fin de los días", nuestros actos serían de una naturaleza provisional, apuntalados por nuestra clara visión de dónde estamos posicionados y a dónde nos dirigimos.Y, con todo, Iaakov sí nos dio a conocer el "fin de los días". No es que realmente nos dijera cuándo vendrá el Mashíaj; Di-s le impidió hacerlo, y con razón. Pero el hecho mismo de que deseara contárnoslo tuvo su efecto. La Torá declara que "Di-s cumple el deseo de quienes Le temen"; si Iaakov deseó que supiéramos, entonces, en algún nivel u otro, este conocimiento nos fue comunicado.Además, Iaakov es uno del tres Avot (Patriarcas) de Israel, de quienes nuestros Sabios han dicho que ellos "sólo servían de vehículo para la voluntad Divina, cada momento de sus vidas".Si Iaakov deseó que supiéramos el secreto del "fin de los días", es un deseo totalmente consistente con la voluntad Divina. Di-s desea que queramos saber, y que en efecto sepamos, para que nos veamos impulsados por este deseo y conocimiento. Al mismo tiempo, El no nos permite saberlo expresamente, de modo que nuestros actos sean genuinos e incondicionales, independientes de semejante "información de adentro".De modo que vivimos nuestras vidas a oscuras, privados de cualquier sensación consciente de nuestro lugar en la historia. Segundos antes de romper el amanecer, sólo percibimos la más negra de las noches. Pero esto es apenas la superficie de nuestras vidas, el nivel en el que actuamos para traer redención al mundo. Debajo de esta superficie hay un alma conocedora, un alma armonizada al cronograma supremo, un alma sensible a los momentos más oportunos para la redención y facultada para revelar este conocimiento y potencial.
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