La Torá es eterna. Esta frase se ha usado tal vez bastante, pero, ¿Qué significa? Mas allá del mero hecho histórico de que la Torá ha sostenido a nuestro pueblo, tanto espiritual como físicamente, por mas de 3.330 años, la cualidad de eterna de la Torá, si es perfecta, debe ser de decisiva para nosotros, aquí y ahora. De modo que eterno significa que se puede aplicar en cualquier momento, lugar y circunstancia. Por ejemplo, la Torá describe como Iaakov, nuestro antepasado, viaja desde su tierra natal de Beer Sheva y va a Jarán. En el camino,
él se detiene a descansar en lo que posteriormente se convertirá en el Monte del Templo, donde él reúne unas rocas y las coloca alrededor de su cabeza, para que luego ellas se conviertan en un solo bloque rocoso. Iaakov es el judío en estado de pureza, el padre del legado de Israel. Él representa el alma de cada judío. Beer Sheva, el hogar adoptado por Abraham e Itzjak, es un lugar de santidad y de iluminación espiritual. Iaakov deja este lugar para ir a Jarán, un lugar de idolatría y ambivalencia moral, para vivir con su tío Laván, un tramposo. Este es el viaje del Alma, que desciende desde su morada celestial, un lugar de verdad y de paz y de luz Divina, para ocupar un cuerpo físico dentro de un mundo material; un mundo que puede frecuentemente parecer duro e injusto. ¿Que ha hecho el alma para merecer tal indignidad? En realidad, la oportunidad de vivir dentro del mundo material es una experiencia que el alma disfruta con gran entusiasmo. Porque solamente dentro de un mundo material puede encontrar elementos que están tan alejados de su fuente espiritual que parecen ser un grupo de rocas fragmentadas. Y solamente aquí abajo se nos otorga la oportunidad de unificarlas en una sola, de revelar la dominante unicidad de Di-s dentro del fragmentado mundo material. Al hacer esto, Iaakov puso las rocas alrededor de su cabeza. Lo material es subido a una estatura mas alta y el Alma a través de lo material descubre partes de sí misma mas allá de lo que imaginaba en un principio.
