“Pasé frente al compartimiento del Rebe esperando poder observar así sea un poco su sagrado rostro. La puerta estaba entreabierta y repentinamente, me encontré mirándolo a los ojos; ojos que miraron profundamente a los míos y que parecían conocer los rincones mas recónditos de mi alma. El Rebe me estaba invitando a entrar.“Con reverencial temor y turbación, entré al compartimiento del Rebe. Pero, muy pronto el Rebe me tranquilizó. Al despedirnos, el Rebe me dijo:
‘Estoy seguro que tu has escuchado hablar del ferrocarril que el gobierno planea construir a través de Siberia. Pienso que es una perfecta oportunidad de negocios para ti. Siendo que tu tienes estrechos contactos con el Ministro Potysukshnikov, podrás obtener un buen contrato como proveedor de madera"; “Regresé a mi compartimiento en un estado de confusión. La última cosa que yo esperaba del Rebe era un consejo de negocios. Por un lado, sentí que el consejo de un Tzadik debe ser seguido. Por otro lado, la propuesta no me era atractiva, a pesar de su gran potencial financiero. Mis asuntos de negocios andaban bien, gracias a Di-s, por que debería yo dejar a mi familia y a mi comunidad y pasar muchos largos meses, si no decir años, en la lejana Siberia? Al final, vacilé lo suficiente como para que otros se ganaran esa oportunidad; para mi había sido un considerable alivio, debo confesar.”.
“Y es así como ahora estoy en camino a Siberia. Yo pensé que el Rebe me estaba dando consejos de negocios, pero él debe haber visto que hay algo allí, en Siberia, que yo debo lograr; alguna parte de mi misión en la vida que debe ser llevada a cabo en el helado oriente. Pude haber ido de manera cómoda, como un rico hombre de negocios y contratista del gobierno. Ahora voy encadenado...”
(La moraleja se entiende por si sola)
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