reconocer que aún los logros mas elevados y las más grandes proezas del genio humano pueden ser sobrepasados y por lo tanto, uno no debe nunca sentirse satisfecho al admirar logros pasados. Tu pensarías que algo con un nombre grandilocuente tal como “levantar la cabeza” requeriría de una muy elevada forma de transformación espiritual, estudios intensivos, profunda meditación, o, al menos, un poco de pensamientos profundos. Pero, el procedimiento que la Torá prescribe para levantar la cabeza es el simple acto de aportar medio shekel al tesoro del Templo. ¿De que manera vaciar tu billetera te permite levantar tu cabeza? Toda búsqueda espiritual es, por definición, egoísta o al menos egocéntrica. El viaje del auto-descubrimiento se inicia con el ser y por lo tanto, está limitado a la capacidad del individuo para reconocer y atrapar oportunidades de crecimiento personal. Levantar la cabeza requiere de algo mas allá del ser, ya que la cabeza, la cima del ser humano, no se puede levantar por si sola. Levantar la cabeza se logra, al ver el propósito de la creación desde la perspectiva del Creador. Él quiere que nosotros alcancemos armonía en el mundo utilizando la materia física que este contiene para un propósito santo. Podríamos pensar que alcanzar una revelación en estudio profundo o sumergirse en contemplación son las mas altas formas de actividad espiritual. Pero esto es solo la cabeza. El Creador exige levantar la cabeza, que dejemos a un lado aún nuestras búsquedas espirituales cuando surge la oportunidad de cumplir con el propósito final para el cual fue creado el mundo, la llegada del Mashiaj.
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