Al igual que la mayoría del mundo civilizado de ese tiempo, los antiguos egipcios adoraban a un panteón de dioses cada uno de los cuales tenía dominio sobre un determinado elemento del mundo natural. La pretensión de los judíos que había un Di-s cuya voluntad se sobrepone a todo el orden natural no era algo con lo cual las naciones de ese tiempo se podían relacionar. Por lo tanto, los milagros del Éxodo demostraron mas allá de cualquier duda que tal ser realmente existe y que Él es completamente capaz de alterar el orden natural de las cosas que Él creó. Un proceso similar se desarrolla a medida que nos acercamos a la era Mesiánica, solamente que en esta ocasión el reconocimiento de Di-s será mas completo ya que el mundo, a través de la ciencia y otras formas de sabiduría se da cuenta de la presencia de D-os inherente dentro del orden natural. En el Éxodo de Egipto, la realidad material del mundo estaba en oposición al reconocimiento de D-os, y por eso la realidad material debía ser rota para que reconozca la verdad espiritual. Nuestro mundo es mucho mas refinado; un mundo en el cual el materialismo y la sabiduría humana en si reconocen a la espiritualidad. Por lo tanto, el gran fenómeno de la era Mesiánica vendrá sin la oposición del materialismo y con el reconocimiento a Di-s convertido en una parte permanente de la realidad terrenal.
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