un inmenso privilegio y responsabilidad, para lo cual los padres son impregnados con un poder similar a la profecía. Es por esto que nosotros no efectuamos cambios de nombres de no ser por una razón muy poderosa. Pero el nombre solamente se refiere a la parte del alma que está investida en el interior del cuerpo. El alma misma, que está formada por energía espiritual libre y espontánea, no se involucra del todo en la experiencia corporal, se mantiene por encima, ocasionalmente rondando sobre la terrena realidad a cierta distancia, en ocasiones completamente distante. En este nivel, el alma no tiene nombre. El primer paso para sobreponerse a todo tipo de reto abrumador, es darse cuenta que no es tan abrumador como lo aparenta; mientras uno piense que se está ahogando, uno se ahogará, pero si uno sabe que puede nadar, entonces uno nadará. Es por esto que el Libro del Éxodo, el libro de la liberación, comienza diciéndonos que estos son los nombres de los hijos de Israel quienes fueron al exilio, para recordarnos que solamente el “nombre”, el aspecto superficial del Alma que está investido en el interior del cuerpo puede estar sujeto a las limitaciones y restricciones del exilio. Pero el Alma en si es, por definición, libre siempre.
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