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En Sefer HaGueulá, Najmánides expone varias razones por las que revela la fecha de redención. En primer lugar, alega que la prohibición contra esa revelación era aplicable únicamente a generaciones anteriores, las que hubieran desesperado con la noticia de que estaban tan lejos de la redención. No obstante, Najmánides escribe: “Estamos más próximos a la fecha… por lo que probablemente el decreto de ocultarla ha sido derogado, pues la razón… ya no es relevante”. Además afirma que revelar la fecha sólo está prohibido cuando cause
error en el pueblo judío, en tanto que la revelación por su parte sólo fortalecerá a los judíos y les “proveerá bondad y consuelo”. Por último señala que la prohibición sólo se extiende al cálculo de una fecha explícita, final, que sólo los profetas pueden efectuar, mientras que su fecha es una mera estimación. Abravanel sostiene que los sabios sólo condenaban a los cálculos basados en astrología, “pero no censuran a los que intentan calcular… conforme a las palabras de los profetas y con rúaj haKodesh (Inspiración Divina), porque en el curso de las generaciones esa ha sido la práctica aceptada”. Según él, la curiosidad acerca del momento de la redención refleja un admirable deseo por el Mashíaj. En efecto, encontramos en el Talmud que cada vez que Eliahu HaNaví (el Profeta Elías) se reveló a nuestros Sabios, ellos le preguntaban “¿cuándo llegará el Mashíaj?” Abravanel añade que aunque el momento de la redención le fue ocultado a las generaciones anteriores, a medida que nos aproximamos a la redención “D-s abrirá su buen tesoro y los que marchan en la oscuridad… verán lo que las generaciones anteriores no vieron”. Él se basa en la predicción de Rabí Shimón bar Iojai de que apenas antes de la redención todos los secretos profundos (también la fecha de la redención) serán revelados, incluso a los niños (Zohar, “Bereshit” 118:1)