una anormalidad. Por lo tanto, cuando los judíos no residen en su hábitat natural, Eretz Israel y su hogar es gobernado por extranjeros, el pueblo judío está en el exilio diaspórico. No obstante, este galut físico refleja meramente un exilio mucho mas profundo. Una manifestación mucho más profunda aún del galut, es el galut de la Shejiná (Presencia Divina). El mismo Amo del Universo, por así decir, está en el galut. En verdad "...toda la Tierra está llena de Su gloria" (Isaías 6:3) porque su vitalidad deriva del poder Divino que hay en su interior. Pero el hombre no percibe este poder. Sólo ve el mundo material y no su sostén espiritual. Este es el exilio diaspórico de la Shejiná. Más profundo aún es el exilio diaspórico del alma. Porque es eterna, el alma ocupa un plano infinitamente superior al del cuerpo. Por lo tanto, por naturaleza, lo espiritual debería controlar a lo físico en el hombre. No obstante, por lo general, ocurre lo contrario. El predominio de lo físico sobre lo espiritual es el exilio diaspórico del alma. Por lo tanto el galut se compara con los sueños. Porque los sueños parecen reales, pero no lo son. El que sueña está simplemente convencido de que hasta lo imposible sucede y que su sueño es por supuesto real.
El exilio diaspórico es un estado antinatural para el universo, el individuo, el pueblo judío, la Shejiná y la neshamá (alma). Por lo tanto, oramos por la redención, la que revelará la divinidad y la verdad. Entonces el cuerpo ya no controlará la neshamá (alma) y el pueblo judío recuperará su espiritualidad. Retornaremos a nuestra tierra, el tercer Beit HaMikdash será construído y la Shejiná morará en medio de su pueblo más luminosamente que nunca. Hasta ese momento, no obstante, reinará la oscuridad espiritual, y por eso tres veces al día oramos "Que nuestros ojos vean Tu regreso a Tzion".
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