de descubrir verdades ocultas a través del examen metódico e intelectual. Ver algo tiene el mayor impacto. Si escuchamos algo, aún de la fuente mas confiable, puede ser contradicho por un relato diferente, o incluso por nuestros propios pensamientos y dudas. Pero cuando presenciamos algo, claramente, por nosotros mismos, nada que nadie diga cambiará nuestra mente, ya que lo vemos con nuestros propios ojos. Sabemos que es verdad. Naturalmente, observamos el mundo a nuestro alrededor y vemos un universo físico desprovisto de toda Presencia Divina. Necesitamos la Torá y las enseñanzas de sus sabios para explicar que hay una fuerza Divina detrás de toda esta maravilla natural y necesitamos meditar y ponderar para llegar a la conclusión de que realmente hay una realidad oculta que es infinitamente más real que la realidad superficial que saluda a nuestros ojos cada mañana. Pero, la meta de acercarse a Di-s solamente puede ser alcanzada plenamente si Su presencia es nuestra realidad natural. A través del estudio, especialmente las enseñanzas de la dimensión interior de la Torá, el Jasidismo, comenzamos a ver que la presencia Divina es la realidad natural, la única realidad y que las maquinaciones de la naturaleza son meramente una ilusión que sirve para ocultar esa realidad. A medida que nos aventuramos mas profundamente en lo metafísico, entonces nos podríamos preguntar, ¿Es este mundo material, en verdad, "real" del todo? Y tendremos que acudir a la Torá y a los sabios para que nos digan que el mundo físico es un hecho real. “En el principio, Di-s creó los cielos y la tierra” – porque, a nuestros ojos, lo espiritual y lo Divino son la realidad verdadera. Por ahora, podemos sentir esto por unos pocos momentos al día, si tenemos éxito. En la era Mesiánica, que se acerca rápidamente y es inminente, esto será la norma y lo común de nuestras vidas.
