el pueblo de Israel estaba acompañado por las nubes de gloria que les protegía y brindaba abrigo. El Midrash relata que las nubes los rodeaban y protegían contra el sol del desierto, nivelaban aquellos pasajes muy inclinados antes que ellos pasaran por allí y removían los escorpiones de su camino, entre otros hechos sobrenaturales. A diferencia del maná de Moisés y del pozo de Miriam, que eran proveídos para el sostenimiento medido de cada individuo, las nubes de gloria abarcaban a todo el pueblo por igual, como una unidad y les protegían a todos juntos. Aaron era conocido por ser un hombre de paz y de amor quien convirtió en su misión traer la paz entre las personas y especialmente entre esposo y esposa. En su calidad de Cohen Gadol, su función era traer su elevada espiritualidad al pueblo y en mérito del amor que impregnaba al pueblo de Israel bajo la tutela de Aaron, las nubes de gloria les protegían contra todo mal. Tan pronto como Aaron falleció y las nubes desaparecieron, el enemigo reconoció que el momento estaba maduro para atacar. Tal como lo hemos visto a través de la historia, desde la destrucción del Templo hasta los actuales ataques que sufrimos, en los únicos momentos en que nuestros enemigos logran tener algún éxito es cuando el pueblo Judío se encuentra dividido. Cuando estamos unidos como un pueblo, en una atmósfera de amor y bondad forjada por una misión en común y por un destino común de hacer este mundo una morada para Dios, entonces, ningún enemigo tiene siquiera esperanzas de atacarnos. Y en mérito del amor al prójimo, todos los obstáculos para vivir en paz y tranquilidad desaparecen, cuando entremos en la era del Mashiaj juntos, tomados de las manos.
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