Aquel año, que fue un año de verdadero avance, los investigadores mostraron que el material que forma los cromosomas, el ADN, efectivamente porta el código genético y es responsable de la herencia. Ellos son quienes demostraron la famosa estructura helicoidal del ADN.
Después de ellos, otro grupo de investigadores logró aislar un solo gen, se clonó la oveja Dolly, comenzó y terminó el mapeo del genoma humano, y hasta la "resurrección" de un cuerpo "muerto" de una bacteria con la ayuda de una estructura cromosómica sintética, ensamblada de principio a fin en el laboratorio. Hoy ya es posible alzar la vista hacia la restauración y sustitución de estructuras biológicas como el corazón después de un infarto, el cerebro después de un derrame cerebral, hasta nuevas criaturas como las bacterias que producen combustible o absorben dióxido de carbono (el principal contaminante del aire) y más.
Pero todo empezó con aquel grupo de investigadores pioneros y atrevidos. Y lo más sorprendente de todo esto, es el hecho de que todo este grupo no ganó el Premio Nobel por su sensacional descubrimiento. ¿Por qué? Porque uno de los jueces no creía que el descubrimiento fuera cierto.
A pesar de esto, ese juez de poca fe no "logró" detener el avance del tren de información genética. Y hoy, como ya hemos dicho, está corriendo a toda potencia a la cabeza de las ciencias biológicas.
Muchos años antes de esto, y en un lugar completamente diferente, hace unos 440 años, en un huerto de manzanos cerca de la ciudad de Safed, el famoso cabalista Arizal (El Divino Rabí Itzjak Luria) y sus discípulos fueron allí a recibir el Shabat. ¡Fueron unos minutos antes de que comenzara Shabat, cuando el Arizal se dirigió hacia sus discípulos y les ofreció dar la bienvenida a Shabat en Jerusalem!
Algunos estudiantes respondieron enseguida de modo afirmativo. Pero algunos dudaron diciendo: "Vamos a preguntarle primero a nuestras esposas" (como de hecho exige la ley judía). El rostro del Arizal cayó y dijo: Lástima, perdimos una oportunidad de oro. Si hubieran creído en mí sin un "un momentito" y sin un "pero", podríamos haber traído al Mashíaj ahora.
Salvando las distancias, incluso esta fe de tamaño pequeño no detuvo el tren. El tren a la Redención. El tren sigue corriendo y, con cada una de las generaciones, ganando impulso. Ahora el tren ya ha llegado realmente al lado de la estación de destino deseada. Esta es una promesa profética que recibimos del Rebe de Lubavitch, ER"M. El próximo instante bien puede ser el gran momento de la existencia. Y nosotros, todos nosotros, creemos en esto con fe completa.
