acentuando el hecho de que se relacionan completamente, tanto directa como indirectamente y en todas partes del planeta, con el Pueblo Judío y la Tierra de Israel. Antes de Guimel Tamuz, el Rebe dio los primeros tres pasos para cumplir con las palabras del profeta: "Yo, Dios, los he llamado en rectitud, y los tomaré de la mano; Los cuidaré y los convocaré para que sean un pacto para los pueblos, una luz en las naciones".
De acuerdo con los comentaristas, este versículo se refiere al pueblo de Israel en la generación del Mashíaj, llamando a Israel a traer la paz (el "pacto" de la humanidad) a todos los pueblos sobre la tierra y a enseñarles a todas las naciones la sabiduría ("luz") de la Torá, para que puedan aprender a caminar en los caminos de Dios. Así como Abraham el primer judío propagó la luz de la presencia y la unicidad de Dios a todos los pueblos del mundo en su generación, enseñándoles a ser buenos y amarse unos a los otros, también el Mashíaj y las almas de Israel en su generación enseñan a toda la humanidad a servir a Dios unidos con respeto y alegría. Está claro que para poder "unir" al mundo, primero debemos estar "juntos" los judíos como pueblo. Sólo así, unidos con amor mutuo ilimitado e incondicional yendo juntos por el camino de la Torá, podemos influenciar positivamente a los demás, tanto en el sentido material como en el espiritual. La tarea que nos fue asignada es la de mostrar al mundo que "Moisés es verdad y su Torá es verdad". La Torá de Moisés, la revelación de la voluntad y la sabiduría de Dios (que forman una unidad con Él), es la fuente de toda bendición y benevolencia Divina para toda la humanidad. La nuestra es la generación y ahora es el tiempo (especialmente después de Guimel Tamuz) de traer la verdad de la Torá y su bendición al mundo. Obviamente, el éxito de todo esto depende de que propaguemos cada vez más los manantiales de las enseñanzas del Mashíaj -según lo expresa el versículo "una nueva Torá saldrá de Mi"- a un nivel muy superior y de manera incomparablemente más amplia de lo que lo hicimos hasta ahora. Debemos llegar al nivel más elevado de la conciencia mesiánica, el que se expresa en el versículo: "las cosas ocultas son para Dios", el de la sabiduría oculta de la dimensión interior de la Torá. Para eso debemos despertar y poner a trabajar los distintos niveles de nuestra alma-conciencia hasta revelar la chispa de Mashíaj que llevamos dentro. La chispa de Mashíaj que hay en cada uno de nosotros, nuestra iejidá, es nuestra capacidad de auto sacrificio. Mashíaj es la iejidá colectiva del pueblo judío, el origen de esa capacidad de auto sacrificio, que es el nivel más elevado del alma colectiva de Israel. Por otro lado, la actividad orientada hacia el Mashíaj en el plano físico en general –los trabajos del Mashíaj- corresponde al nefesh colectivo del pueblo judío, que es el alma del rey David, como está explicado en los escritos del Arizal, siendo el nivel inferior del alma colectiva de Israel. La conexión entre la iejidá colectiva (Mashíaj) y el nefesh colectivo (el rey David, progenitor del Mashíaj) se forja por medio de la Torá, específicamente la Torá del Mashíaj.
La Torá corresponde al nivel de jaiá del alma colectiva de Israel, que es el nivel de Adam previo al pecado original, como lo explica el Arizal.
iejidá colectiva
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Mashíaj
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Mashíaj
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chaiá colectiva
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Adam antes del pecado
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Torá del Mashíaj
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nefesh colectiva
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el rey David
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Mashíaj
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Cuando Dios creó al primer hombre, lo formó "del polvo de la tierra y sopló en sus narices un aliento de vida, y el hombre se volvió un alma viviente". Esta descripción de la Torá de la creación del hombre, es explicada de acuerdo a la cabalá y el jasidut de la siguiente manera:
- El estado original del hombre, "el polvo de la tierra", se refiere a la humanidad en general;
- El "aliento de vida" insuflado en la humanidad para redimirla es el alma del Mashíaj, como está dicho: "el que sopla, sopla desde lo profundo de su ser" y "el aliento de nuestras narices es el ungido [el Mashíaj] de Dios";
- El estado de "alma viviente" [nefesh jaiá], al cual arribará finalmente la humanidad hace referencia al alma del Mashíaj entrando a la palestra de la realidad en que vivimos para rectificarla (nefesh) por medio y en virtud de su nueva revelación de la Torá (jaiá).
"Dios formó al hombre del polvo de la tierra"
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la humanidad en general
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"... e insufló en sus narices un aliento de vida..."
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el alma del Mashíaj
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"...y el hombre fue un alma viviente."
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la humanidad rectificada
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