Si le prestamos atención, el mundo natural nos puede enseñar las lecciones mas profundas de la vida. Mira la tierra a tus pies. El polvo de la tierra es quizás el elemento mas bajo de toda la Creación. Casi nunca es valorado. Es pisoteado, se le toma como algo obvio y en general, es ignorado, especialmente en nuestra creciente urbanizada existencia. Pero una cosa es cierta. La tierra es la fuente de la vida. Todo lo que vive depende de el poder nutriente de la tierra para ser alimentado. De esta manera funciona la humildad. Por un lado, es el sometimiento del ego por el alma, una sensación de intensa docilidad traicionada por una naturaleza modesta. Por otro lado, la humildad es,
en un sentido mas metafísico, la fuente de toda la vida. A través de la humildad podemos verdaderamente amar, ya que solamente el amor que se origina en la humildad puede ser verdaderamente incondicional. A través de la humildad podemos vivir una alegría pura sin la interferencia del ego. Con humildad como base, el reconocimiento de que todo proviene desde Arriba, el ser humano puede apreciar la vida y superarse mas con los regalos que la vida le ha otorgado. Es por esto que la Torá fue entregada en el Monte Sinai, la mas baja de las montañas. La Torá es, entre otras cosas, la herramienta con la cual podemos unir el espíritu y la materia de nuestra existencia. El punto de partida de esta búsqueda debe ser la humildad: Tu eres una montaña, pero debido a que tu estatura especial viene desde Arriba, eres una montaña humilde, pero una montaña de todas formas. Y es esta humildad la que nos permite apreciar la verdadera naturaleza de nuestras cualidades y talentos para utilizarlos para su propósito apropiado, hacer de este mundo una morada para el Creador.
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